SAN VICENTE ROMANO
20 de diciembre
1831 d.C.
Nació en Torre
de Greco (Nápoles), en el seno de una modesta y piadosa familia.
Quiso ingresar en el seminario de Nápoles, pero al haber muchos
seminaristas, no le dejaron entrar. Después intentó hacer
el noviciado en la Compañía de Jesús, pero por
fín fue acogido en el seminario diocesano de Nápoles,
donde tuvo como director espiritual al venerable Mariano Arciero. En
Nápoles escuchó en diversas ocasiones los sermones de san
Alfonso María de Ligorio. Ordenado sacerdote en 1775
volvió a su pueblo natal, donde pasó el resto de su vida.
Fue un padre para los huérfanos, un consolador para los
afligidos y un protector para los oprimidos. Durante la erupción
del Vesubio de 1794, se prodigó en la asistencia de la
población y reconstruyó la parroquia de su pueblo que
había sido destruída.
En 1796 fue nombrado
ecónomo de la parroquia de la Santa Cruz, y en 1799 fue nombrado
párroco, y desde 1796 fue canónigo de la colegiata.
Adelantándose a su tiempo instituyó la “misa
práctica”, o sea una misa en la que desde el púlpito un
sacerdote iba explicando a los fieles las ceremonias y
sugiriéndoles los sentimientos y pensamientos más
apropiados para una mejor participación en la eucaristía.
Se ocupó de los pescadores, de su situación social y de
su vida espiritual; y de la espiritualidad del clero rural. Fue un gran
devoto del Sagrado Corazón.
Fue perseguido primero, por los invasores franceses y después,
por algunas sociedades políticas italianas. Murió de una
neumonía y su tumba, en su parroquia, se convirtió en
lugar de peregrinación. Es el primer sacerdote diocesano
italiano elevado al honor de los altares. Fue beatificado por SS
Pablo VI el 17 de noviembre de 1963.