La pasión de los monjes trapenses de Viaceli fue precedida por la de dos cohermanos que habían permanecido en el monasterio. De hecho, el día de la expulsión, los bandidos marxistas habían mantenido con ellos a dos sacerdotes, el padre Vincenzo Pastor Garrido y con él también a su padre Eugenio García Pampliega, con la esperanza de obtener el dinero de la abadía, que consideraban rico. Sin embargo, sus investigaciones no dieron resultados.

    El 21 de septiembre, los anarquistas ofrecieron a los dos padres que los llevaran a Santander, demorando su partida hasta altas horas de la noche, pero a unos veinte kilómetros del monasterio los mataron con disparos y abandonaron los cadáveres al costado de la carretera. Encontrado de nuevo al día siguiente, los lugareños los enterraron en el cementerio ruidoso. Sólo en 1940, después de haber averiguado todos los rumores que corrían, los monjes de Viaceli exhumaron los dos restos (enterrados sin cofre, uno encima del otro) y los transportaron al monasterio, enterrándolos en el claustro de lectura detrás del asiento abacial. Ambos fueron beatificados el 3 de octubre de 2015.