Jesús en la Última Cena cambió el pan en su cuerpo y el vino en su sangre.
Promesa
Los judíos discutían entre ellos. Unos decían: ¿Cómo este hombre va a darnos a comer su carne? Jesús les contestó: En verdad les digo: si no comen de la carne del Hijo del Hombre, y no beben su sangre, no viven de verdad. El que come mi carne y bebe mi sangre, vive de vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día. Mi carne es comida verdadera, y mi sangre bebida verdadera. El que come mi carne permanece en mí, y yo en él. Como el Padre, que vive en mí me envió, y yo vivo por él, así quien me come a mí tendrá de mí la vida (Jn 6,52-57).
Realización
Después, tomó el pan y, dando gracias, lo partió y se lo dio, diciendo: Esto es mi cuerpo, el que es entregado por ustedes. Hagan esto en memoria mía. Después de la Cena, hizo lo mismo con la copa. Dijo: Esta copa es la Alianza Nueva sellada con mi sangre, que va a ser derramada por ustedes (Lc 22,19-20).
Repetición
Yo
recibí esta Tradición del Señor que, a mi vez, les
he transmitido: Que el Señor Jesús, la noche en que fue
entregado, tomó el pan, y después de dar gracias lo
partió, diciendo: Esto
es mi cuerpo que
es entregado por ustedes: hagan esto en memoria mía. De la misma
manera, tomando la copa después de haber cenado, dijo: Esta copa
es la Nueva Alianza de mi
sangre, siempre que beban de ella, háganlo en
memoria mía.
Así, pues, cada vez que comen de este pan y beben de la
copa, están anunciado la muerte del Señor hasta que
venga. Por lo tanto, si alguien come del pan y bebe de la copa del
Señor indignamente, peca
contra el cuerpo y la sangre del Señor.
Por esto, que cada uno examine
su conciencia antes
de comer del pan y beber de la copa. De otra manera, come y bebe su
propia condenación al no reconocer el cuerpo del Señor
(1Cor 11,23-29).