BEATA TERESA
MARÍA DE LA CRUZ MANETTI
23 de abril
1910 d.C.
Teresa
Manetti nació en San Martino en Campi Bisenzio, Florencia, en el
seno de una humilde familia. Pronto se quedó huérfana y
desde su niñez fue siempre generosa y caritativa con todos
entregando lo que no tenía, pero siempre dispuesta a
ayudar.
En 1872, junto con otras compañeras, se
retiró a una casita de campo y allí "oraban, trabajaban y
reunían a algunas jóvenes para educarlas con buenas
lecturas y enseñarles la doctrina cristiana". El 16 de Julio de
1876 fueron admitidas a la tercera Orden del Carmen Teresiano y
cambió su nombre por el de Teresa María de la Cruz.
El 1877 recibió las primeras huérfanas, cuyo
número fue creciendo día a día. Aquellas
niñas abandonadas "eran su mejor tesoro". El 12 de julio de 1888
las 27 primeras religiosas vistieron el hábito de la Orden de
Carmen Descalzo, a la que se habían agregado el 12 de junio de
1885. El 27 de febrero de 1904 el papa Pío X aprobaba el
Instituto con el nombre de "Terciarias carmelitas de Santa Teresa".
Madre Teresa Maria vio con gran alegría extenderse el Instituto
hasta Siria y el Monte Carmelo de Palestina. Su caridad no tenía
Iímites.Se entregaba a todos y en todo, olvidándose
siempre de sí misma.EI obispo Andrés Casullo. que la
conocía bien a fondo, afirmaba de ella: "Se desvivía por
hacer el bien".
Antes de morir, sufrió muchísimo y sus
dolores los ofreció al Señor; los testigos afirman que
tenía un sereno abandono en la Providencia, y siempre dispuesta
ayudar con alegría a todos los que se acercaban a ella, que
fueron muchos y que hacían cola para hablar con ella. Fue
siempre muy devota de la Eucaristía, y sufría de
éxtasis delante del Santísimo Sacramento. Durante su
enfermedad de cáncer, pudo experimentar la aridez total, pero no
por ello dejó de abrazarse a la cruz, como medio de vencer las
purificaciones, sobre todo la de tener la impresión de que
estaba destinada a la condenación eterna. Además tuvo que
sufrir el verse internada en la casa de salud Casanova de Florencia. Se
abrazó a Cristo y le decía: “Tritúrame,
Señor, exprímeme hasta la última gota”.
Murió en el pueblo que la vio nacer, después de alcanzar
la paz interior, mientras repetía una vez mas. "Oh Jesús
mío, sí quiero padecer más..." Y murmuraba
extática: "¡Está abierto!... ya voy". Fue
beatificada por San Juan Pablo II el 19 de octubre de 1986.