SAN VICTOR I
189-199 d.C.



   Había nacido en África, y fue bajo su pontifcicado cuando la Iglesia tembló bajo la amenaza del primer cisma, provocado por la fiesta de Pascua. En efecto, los asiáticos festejaban el santo día el 14 de nisan, décimocuarto día de la luna de marzo, mientras los cristianos de occidente lo festejaban un día más tarde. Convocados los concilios regionales, el Papa Victor quiso imponer a los Obispos de Asia, presididos por San Policrato de Efeso, la fecha en que la Pascua era festejada por los occidentales. El choque entre las dos tradiciones fue violento, y el conflicto fue evitado por San Ireneo, que rogó al Papa que desistiese de su intención de excomulgar a los orientales. El cisma pudo ser evitado de esta manera.

   En el tiempo de Victor I y en el de sus inmediatos predecesores fue cuando nació y se desarrolló la herejía gnóstica (del griego gnosis, conocimiento). El gnosticismo, que, bajo formas literarias y artísticas, sobrevive hasta hoy, era una doctrina filosófica y religiosa, "una aberración de la inteligencia", como la llama Daniel Rops, y cuyo fin era concentrar en una sola sabiduría el pensamiento cristiano, el helénico y el oriental. Magia y rituales secretos constituían su culto. Dios según los gnósticos, se encuentra fuera del alcance de los hombres, en un mundo de perfección, del que el nuestro no es el fiel espejo. Entre Dios y los hombres están los eones. El Dios que nos ha creado a nosotros no es más que eón rebelde cuya ambición había sido la de igualarse a Dios. Vencido y condenado a vivir en un universo intermedio, fuera del mundo espiritual, este dios, que sería el de la Biblia, ha creado al hombre y es llamado el demiurgo. El hombre no es, por consiguiente, un ser malo en sí, ya que es un reflejo de la divinidad, pero su culpa es la de existir.

   Existir es el mal, y el mal es la vida. Los que se contentan con existir, los seres "materiales", están condenados y perdidos; los "psíquicos", en cambio, se pueden salvar a través de la gnosis y avanzar hacia Dios; los que se salvan definitivamente, los "espirituales", son los iniciados superiores, los verdaderos gnósticos. Como se ve, Jesucristo no aparece en la herejía gnóstica, y si aparece a veces es como un eón cualquiera. El ideal de la redención cristiana tampoco cabe en la doctrina gnóstica y es reemplazado por una especie de nirvana budista. La doctrina gnóstica se difundió a través de una literatura hábilmente concebida bajo forma de poemas metafísicos, que expresaba el amor y la fe, la renuncia a la materia, la elevación del espíritu hacia la perfección. El éxito del gnosticismo fue enorme, y a pesar de los ataques que le dirigieron Papías, Obispo de Hierápolis, y San Justino, la herejñia se difundió por todo el ámbito cristiano.Entre 189 y 190, San Ireneo escribe su famoso trabajo titulado "La falsa gnosis desenmascarada y rechazada.". La verdadera gnosis (escribe San Ireneo) es la enseñanza de los apostóles y la constitución primitiva de la Iglesia". Otra herejía del tiempo fue el Marcionismo, derivación del gnosticismo, imaginada y difundida por Marción, cuya iglesia herética sobrevivió hasta el siglo VI. Fue combatido por San Justino.

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(Pbro. José Manuel Silva Moreno)