Nació
en Valencia y era hijo de Guillermo Ferrer, notario de la ciudad.
Ingresó en los dominicos en 1367, profesó en 1368; fue
enviado al
convento de Santa Catalina de Barcelona para iniciar sus estudios. En
1370 fue asignado al convento de Lérida como profesor de
Lógica y donde
escribió “De suppositionibus logicis” (teoría
de las suposiciones dialécticas); en 1732, regresó a
Barcelona para
seguir estudiando; aquí se inició como predicador y se le
atribuyen
algunos milagros. En 1378, marchó a Toulouse para completar su
formación. Fue ordenado sacerdote en el 1379, cuando el Cisma de
Occidente, en Barcelona. Regresó a Valencia donde fue elegido
prior, y
se puso al lado del papa de Aviñón, el cardenal Pedro de
Luna (futuro
Benedicto XIII) le ordenó que escribiera un “Tratado del
Cisma Moderno”. Dejó el cargo de prior en Valencia. En 1386,
fue nombrado catedrático de Teología en la Seo de
Valencia. Escribió “Tratado
de vida espiritual”; “De unitate universalis”, referente a
la unidad característica de los conceptos universales. Fue
asesor espiritual de Juan I de Aragón.
Apoyó
al Benedicto XIII como pontífice, aunque luego, para que se
terminara
el Cisma, le retiró su apoyo (era su penitenciario mayor); su
predicación en favor de este Papa fue tal que atrajo a su
obediencia a
toda la iglesia española y desempeñó un papel
crucial en el Concilio de
Costanza. Después de la curación de una enfermedad,
mientras se
encontraba en Aviñón, sintió la voz de Cristo que
le dijo: "Levántate y
ve a predicar mi evangelio; avisa a los hombres del peligro en que
viven y anuncia el día del Juicio. Yo seré siempre
contigo". Vicente
encontró en la predicación incansable el apostolado de su
vida. Los
judíos son uno de sus campos predilectos, y sólo en
Valencia bautizó a
10.000 personas; entre ellos está el vallisoletano Pablo de
Cartagena,
que luego sería obispo de Burgos. Recorrió con su
predicación España,
Francia, Suiza e Italia. Decía: "Como en el surtidor, las
teorías de la
tierra no nos pueden levantar por encima de la tierra; sólo el
evangelio nos eleva hasta el Cielo, de donde procede". Tuvo un gran
éxito de masas pues por donde iba todo el mundo le
seguía. Exhortó a la
predicación al beato Pedro Jeremías de Palermo y a san
Bernardino de
Siena, que se había convertido después de oírle en
una predicación en
Alejandría. Después de una de sus misiones, la
beata Margarita de
Saboya, quiso hacerse religiosa. "Son increíbles las ocupaciones
que
llenan mi vida. A veces tengo que predicar dos y tres veces
después de
celebrar la misa. Los sermones los tengo que preparar en los
caminos".
Hubo
un grupo de personas, llamados "los flagelantes" que quisieron imitar
su rigor ascético y su compromiso evangélico; Vicente los
constituyó en
una comunidad (1404), en Lyon. Entre estos flagelantes destacamos a
tres beatos que celebran su festividad hoy: Antonio Fuster, (llamado
"el ángel de la paz"), Blas de Alvernia y Pedro
Cerdán.
El
periodo de 1412-1419, comprende el apogeo de este apostolado, durante
el cual fue invitado a pronunciarse sobre la sucesión de la
corona de
Aragón, en el Compromiso de Caspe, declarándose a favor
del Infante de
Castilla. En la tercera y última fase de sus viajes de
predicador ya no
habló, como anteriormente, del anticristo y del fin del mundo.
Murió en
Vannes, Francia, cuando le llamó el duque de Bretaña para
que predicara
en aquella ciudad. Fue canonizado
por Calixto III el 3 de junio de 1455. Patrón de Valencia y
Vannes.