SAN URBEZ
15 de diciembre
805 d.C.
Nació en Burdeos; su padre era pagano y su madre cristiana, al
morir su padre, su madre Asteria le enseñó los rudimentos
de la fe cristiana. Siendo muy joven, Burdeos fue invadida por bandas
procedentes de la península Ibérica. Él y su madre
fueron apresados y llevados a la ribera del Sil, y allí
sufrieron cautiverio, primero por los salteadores de Burdeos y luego
por los musulmanes que habían invadido España. Gracias a
la invocación a los santos Justo y Pastor, consiguieron la
libertad. Urbez se trasladó a Alcalá de Henares para dar
las gracias a los santos, pero se encontró que la ermita que
recogía los restos de los santos estaba prácticamente
destruída, con lo que recogió las reliquias y las quiso
llevar a Burdeos.
Llamado por Dios a una
mayor penitencia, cruzó los Pirineos, donde se dice fue pastor
de ovejas del valle de Añisclo. Para la vigilancia de sus
rebaños, habilitó como refugio y santuario la cueva de
Sastral. Años después se trasladó a pastorear al
valle del Ara, y allí edificó con sus propias manos una
capilla a las afueras del lugar de Albella, donde depositó las
reliquias de los santos alcalainos. Esta capilla, restaurada varias
veces, es la única que quedó intacta de toda la
diócesis de Barbastro durante la guerra civil española,
por la oposición de los romeros.
La tradición relata que buscando una mayor contemplativa,
ingresó en el cenobio de San Martín de Val de Onsera,
donde fue ordenado sacerdote. Predicó en el valle de Nocito,
donde dejó una profunda huella de su santidad evangélica.
Murió en este lugar y enterrado con las reliquias de Justo y
Pastor que nunca se separaron de él. No tenemos noticias
fidedignas de su vida.