Nativos, según los menólogos griegos, de Roma, en tiempos de persecución fueron a Italia para predicar el Evangelio y bautizar a los infieles que, en su palabra inflamada, se convirtieron en gran número. Todo esto, como era natural, despertó la ira de los cultos de los ídolos, quienes los tomaron, los ataron y se los entregaron al provincial de la provincia. Al principio trató de inducirlos a negar a Cristo con promesas de honores y dones, luego, como no estaban encorvados, los hizo desnudos en el piso y golpeó ferozmente a cuatro lictores.

   Luego los encerraron en la cárcel, los sometieron nuevamente a tormentos severos y finalmente los decapitaron el 21 de marzo, fecha en la que se los recuerda en el sinassari griego y en el Martirologio romano. Estas noticias son, como advierten los Bollandistas en el Comentario sobre el Martirologio Romano, el compendio de una perdida passio anterior. Era, en cualquier caso, un documento apócrifo sin valor histórico. De hecho, las noticias nebulosas y generales y los dos personajes no tienen una conexión real con Roma, por lo que es legítimo dudar de su existencia.