¿QUIÉNES SON LOS SANTOS?


  Los santos son todos los discípulos de Cristo (=bautizados), que se encuentran en paz y amistad con Dios (= en gracia de Dios).

Pablo, apóstol de Cristo Jesús por voluntad de Dios, a los santos que están en Efeso (Ef 1,1).

   Hay santos que están peregrinando en este mundo (Iglesia peregrina o militante), santos que se están purificando (Iglesia purgante) y santos que están gozando en el cielo (Iglesia triunfante).

   El día primero de noviembre recordamos a «todos los santos», que se encuentran en la gloria; el día dos de noviembre recordamos a «todos los difuntos», que se están purificando; y en todos los demás días del año recordamos a ciertos «santos» destacados, que representan un ejemplo a imitar para todos por su alto grado de fidelidad a Cristo.


¿En qué consiste el proceso de Canonización de los Santos? 

   El proceso de Canonización de los santos consiste en hacer una serie de trámites para poner en la lista de los Santos (Canon= regla o norma) ciertas personas, que dieron un alto testimonio de santidad y por lo tanto pueden representar para los cristianos un modelo a imitar para poder seguir a Cristo.

   Por lo que se refiere a la manera práctica para llegar a este reconocimiento oficial de parte de la Iglesia, durante los primeros siglos bastaba la opinión del pueblo en general, que había conocido a tal o cual personaje.
Casi siempre se trataba de mártires, grandes evangelizadores o personas que habían consagrado a Dios toda su vida en pobreza, castidad y obediencia.

   Con el pasar del tiempo, el Papa se reservó para sí este asunto, estableciendo normas y trámites bien precisos para lograr dicho reconocimiento oficial de parte de toda la Iglesia.

   Los requisitos principales para poder proceder a la canonización, consisten en comprobar claramente la heroicidad de las virtudes de tal o cual presunto santo y que por su intercesión se haya realizado un cierto número de milagros bien documentados.


¿Cómo se llama el homenaje que se rinde a los santos?

   El homenaje que se les rinde a los santos, se llama veneración.


¿Qué diferenca existe entre la adoración y la veneración?

    La adoración consiste en someterse completamente a una persona, reconocida como ser supremo y por lo tanto se debe solamente a Dios; mientras la veneración consiste en rendir un homenaje a una persona por algún mérito especial (excelente santidad, ciencia eminente, etc.), y es la que se atribuye a los ángeles y santos.

Dice la Escritura: Adorarás al Señor tu Dios, 
a Él solo servirás (Mt 4,10).

Yo soy Rafael, uno de los siete ángeles que tienen entrada a la Gloria del Señor. Temblaron entonces, y los dos cayeron con el rostro en tierra llenos de terror (Tob 12,15-16).

En adelante, 
todos los hombres dirán que soy feliz (Lc 1,48).


Aparte de imitar los ejemplos de los santos, ¿podemos pedir su intercesión?

   Antes que nada, hay que distinguir entre «santos» e «imágenes» o «estatuas» de los santos. Aquí, evidentemente, estamos hablando de los «santos», que se encuentran con Dios en la gloria o se están purificando y no de las estatuas e imágenes de los santos.


Pues bien, los santos siguen intercediendo por nosotros:

He aquí algunas pruebas:

1.- La Biblia habla de la intercesión de los santos, 
     mientras viven en este mundo:

• Abraham intercede por Abimelek y por las ciudades de la Pentápolis (Gen 18,16-32; 20,17).
• Moisés intercede por el pueblo (Núm 11,2; 14,13-20; 16,22; 21,7, Ex 32,11-14. 30-32, etc) y por el Faraón (Ex 8, 25-26; 9,29-33).
• María intercede por los esposos de Caná (Jn 2,1-11).
• Pablo intercede por los navegantes en peligro (Hech 27,24); pide oraciones a sus fieles (Rom 8,27; 15,30; 2Cor 1,1l; Ef 6,19; Fi 1,19; Col 4,3 etc); ruega por ellos (Ef 1,16; Fil 1,4; Col 1,3-9; 1Te 1,2; 3,10, etc); invita a interceder por todos los hombres (1Tim 2,1-2); ofrece sus sufrimientos por el bien de la Iglesia (Col 1,24).

2.- También los santos, que pasaron a otra vida, 
     interceden por los vivos: 

• Jeremías, ya muerto, intercede por el Pueblo de Israel (2Mac 15,14-16).
• Elías, ya muerto, sigue haciendo milagros (Sir 48, 13-14).
• Los veinticuatro ancianos presentan las oraciones de los santos (Ap 5,8; 8, 3-5), es decir, de los seguidores de Cristo.
• El rico epulón intercede por sus hermanos (Lc 16,27).

3.- El Espíritu Santo intercede por nosotros (Rom 8,26).

4.- El mismo Jesús sigue intercediendo por nosotros 
    (Rom 8,34, Heb 7,25; 1Jn 2,1-2).

   Si la imitación de Cristo es la ley suprema para el cristiano (Mt 11,29; Jn 13,34; 15,12; Rom 8,29; Fil 2,5; Ef 5,1-2 etc.) ¿por qué los justos, después de esta vida, no pueden seguir intercediendo por sus hermanos como está haciendo el mismo Jesús?

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(Pbro. José Manuel Silva Moreno)