Nació en
Trung-lao, Vietnam. Fue una de las primeras víctimas del rey
Minh-Manh. Profesó en la Orden de Predicadores en el convento de
Manila, en 1812. Después de recibir el sacerdocio,
regresó a su patria, cuidando con mucho esmero la comunidad que
se le había encomendado. Fue un hombre de oración, se
pasó muchas noches junto al Señor. Le preguntaron que
haría si cayera en manos de sus perseguidores, y
respondió: “Mientras fuere posible, huir, más cuando esto
no fuere posible, que se cumpliera la voluntad de Dios”.
Fue apresado por
una banda de 40 hombres y se puso en manos de la Providencia.
Enterados
los cristianos de su prisión, se movilizaron para liberarlo. La
banda al ver que el pueblo iba a por ellos, huyeron llevándose
consigo a Domingo con la intención de matarle. Uno de aquellos
forajidos le partió la cabeza con la espada, de lo cual
murió invocando el nombre de Jesús, después de
unas horas de agonía. Fue
canonizado por Juan Pablo II el 19 de junio de 1988.