SANTA TERESA DE CALCUTA
1997 d.C.
5 de septiembre
Agnes
Gonxha Bojaxhiu nació el 26 de agosto de 1910 en Skopje, una
ciudad situada en el cruce de la historia de los Balcanes. Era la menor
de los hijos de Nikola y Drane Bojaxhiu, recibió en el bautismo
el nombre de Gonxha Agnes, hizo su Primera Comunión a la edad de
cinco años y medio y recibió la Confirmación en
noviembre de 1916. Desde el día de su Primera Comunión,
llevaba en su interior el amor por las almas. La repentina muerte de su
padre, cuando Gonxha tenía unos ocho años de edad,
dejó a la familia en una gran estrechez financiera. Drane
crió a sus hijos con firmeza y amor, influyendo grandemente en
el carácter y la vocación de si hija. En su
formación religiosa, Gonxha fue asistida además por la
vibrante Parroquia Jesuita del Sagrado Corazón, en la que ella
estaba muy integrada.
Cuando tenía dieciocho años, animada por el deseo
de hacerse misionera, Gonxha dejó su casa en septiembre de 1928
para ingresar en el Instituto de la Bienaventurada Virgen María,
conocido como Hermanas de Loreto, en Irlanda. Allí
recibió el nombre de Hermana María Teresa (por Santa
Teresa de Lisieux). En el mes de diciembre inició su viaje hacia
India, llegando a Calcuta el 6 de enero de 1929. Después de
profesar sus primeros votos en mayo de 1931, la Hermana Teresa fue
destinada a la comunidad de Loreto Entally en Calcuta, donde
enseñó en la Escuela para chicas St. Mary. El 24 de mayo
de 1937, la Hermana Teresa hizo su profesión perpétua
convirtiéndose entonces, como ella misma dijo, en “esposa de
Jesús” para “toda la eternidad”. Desde ese momento se la
llamó Madre Teresa. Continuó a enseñar en St. Mary
convirtiéndose en directora del centro en 1944. Al ser una
persona de profunda oración y de arraigado amor por sus hermanas
religiosas y por sus estudiantes, los veinte años que Madre
Teresa transcurrió en Loreto estuvieron impregnados de profunda
alegría. Caracterizada por su caridad, altruismo y coraje, por
su capacidad para el trabajo duro y por un talento natural de
organizadora, vivió su consagración a Jesús entre
sus compañeras con fidelidad y alegría.
El 10 de septiembre de 1946, durante un viaje de Calcuta a
Darjeeling para realizar su retiro anual, Madre Teresa recibió
su “inspiración,” su “llamada dentro de la llamada”. Ese
día, de una manera que nunca explicaría, la sed de amor y
de almas se apoderó de su corazón y el deseo de saciar la
sed de Jesús se convirtió en la fuerza motriz de toda su
vida. Durante las sucesivas semanas y meses, mediante locuciones
interiores y visiones, Jesús le reveló el deseo de su
corazón de encontrar “víctimas de amor” que “irradiasen a
las almas su amor”. “Ven y sé mi luz”, Jesús le
suplicó. “No puedo ir solo”. Le reveló su dolor por el
olvido de los pobres, su pena por la ignorancia que tenían de
Él y el deseo de ser amado por ellos. Le pidió a Madre
Teresa que fundase una congregación religiosa, Misioneras de la
Caridad, dedicadas al servicio de los más pobres entre los
pobres. Pasaron casi dos años de pruebas y discernimiento antes
de que Madre Teresa recibiese el permiso para comenzar. El 17 de agosto
de 1948 se vistió por primera vez con el sari blanco orlado de
azul y atravesó las puertas de su amado convento de Loreto para
entrar en el mundo de los pobres.
Después de un breve curso con las Hermanas
Médicas Misioneras en Patna, Madre Teresa volvió a
Calcuta donde encontró alojamiento temporal con las Hermanitas
de los Pobres. El 21 de diciembre va por vez primera a los barrios
pobres. Visitó a las familias, lavó las heridas de
algunos niños, se ocupó de un anciano enfermo que estaba
extendido en la calle y cuidó a una mujer que se estaba muriendo
de hambre y de tuberculosis. Comenzaba cada día entrando en
comunión con Jesús en la Eucaristía y salía
de casa, con el rosario en la mano, para encontrar y servir a
Jesús en “los no deseados, los no amados, aquellos de los que
nadie se ocupaba”. Después de algunos meses comenzaron a unirse
a ella, una a una, sus antiguas alumnas.
El 7 de octubre de 1950 fue establecida oficialmente en la
Archidiócesis de Calcuta la nueva congregación de las
Misioneras de la Caridad. Al inicio de los años sesenta, Madre
Teresa comenzó a enviar a sus Hermanas a otras partes de India.
El Decreto de Alabanza, concedido por el Papa Pablo VI a la
Congregación en febrero de 1965, animó a Madre Teresa a
abrir una casa en Venezuela. Ésta fue seguida rápidamente
por las fundaciones de Roma, Tanzania y, sucesivamente, en todos los
continentes. Comenzando en 1980 y continuando durante la década
de los años noventa, Madre Teresa abrió casas en casi
todos los países comunistas, incluyendo la antigua Unión
Soviética, Albania y Cuba.
Para mejor responder a las necesidades físicas y
espirituales de los pobres, Madre Teresa fundó los Hermanos
Misioneros de la Caridad en 1963, en 1976 la rama contemplativa de las
Hermanas, en 1979 los Hermanos Contemplativos y en 1984 los Padres
Misioneros de la Caridad. Sin embargo, su inspiración no se
limitò solamente a aquellos que sentían la
vocación a la vida religiosa. Creó los Colaboradores de
Madre Teresa y los Colaboradores Enfermos y Sufrientes, personas de
distintas creencias y nacionalidades con los cuales compartió su
espíritu de oración, sencillez, sacrificio y su
apostolado basado en humildes obras de amor. Este espíritu
inspiró posteriormente a los Misioneros de la Caridad Laicos. En
respuesta a las peticiones de muchos sacerdotes, Madre Teresa
inició también en 1981 el Movimiento Sacerdotal Corpus
Christi como un“pequeño camino de santidad” para aquellos
sacerdotes que deseasen compartir su carisma y espíritu.
Durante estos años de rápido desarrollo, el
mundo comenzó a fijarse en Madre Teresa y en la obra que ella
había iniciado. Numerosos premios, comenzando por el Premio
Indio Padmashri en 1962 y de modo mucho más notorio el Premio
Nobel de la Paz en 1979, hicieron honra a su obra. Al mismo tiempo, los
medios de comunicación comenzaron a seguir sus actividades con
un interés cada vez mayor. Ella recibió, tanto los
premios como la creciente atención “para gloria de Dios y en
nombre de los pobres”.
Toda la vida y el trabajo de Madre Teresa fue un
testimonio de la alegría de amar, de la grandeza y de la
dignidad de cada persona humana, del valor de las cosas pequeñas
hechas con fidelidad y amor, y del valor incomparable de la amistad con
Dios. Pero, existía otro lado heroico de esta mujer que
salió a la luz solo después de su muerte. Oculta a todas
las miradas, oculta incluso a los más cercanos a ella, su vida
interior estuvo marcada por la experiencia de un profundo, doloroso y
constante sentimiento de separación de Dios, incluso de sentirse
rechazada por Él, unido a un deseo cada vez mayor de su amor.
Ella misma llamó “oscuridad” a su experiencia interior. La
“dolorosa noche” de su alma, que comenzó más o menos
cuando dio inicio a su trabajo con los pobres y continuó hasta
el final de su vida, condujo a Madre Teresa a una siempre más
profunda unión con Dios. Mediante la oscuridad, ella
participó de la sed de Jesús (el doloroso y ardiente
deseo de amor de Jesús) y compartió la desolación
interior de los pobres.
Durante los últimos años de su vida, a pesar
de los cada vez más graves problemas de salud, Madre Teresa
continuó dirigiendo su Instituto y respondiendo a las
necesidades de los pobres y de la Iglesia. En 1997 las Hermanas de
Madre Teresa contaban casi con 4.000 miembros y se habían
establecido en 610 fundaciones en 123 países del mundo. En marzo
de 1997, Madre Teresa bendijo a su recién elegida sucesora como
Superiora General de las Misioneras de la Caridad, llevando a cabo
sucesivamente un nuevo viaje al extranjero. Después de
encontrarse por última vez con el Papa Juan Pablo II,
volvió a Calcuta donde transcurrió las últimas
semanas de su vida recibiendo a las personas que acudían a
visitarla e instruyendo a sus Hermanas. El 5 de septiembre, la vida
terrena de Madre Teresa llegó a su fin. El Gobierno de India le
concedió el honor de celebrar un funeral de estado y su cuerpo
fue enterrado en la Casa Madre de las Misioneras de la Caridad. Su
tumba se convirtió rápidamente en un lugar de
peregrinación y oración para gente de fe y de
extracción social diversa (ricos y pobres indistintamente).
Madre Teresa nos dejó el ejemplo de una fe sólida, de una
esperanza invencible y de una caridad extraordinaria. Su respuesta a la
llamada de Jesús, “Ven y sé mi luz”, hizo de ella una
Misionera de la Caridad, una “madre para los pobres”, un símbolo
de compasión para el mundo y un testigo viviente de la sed de
amor de Dios.
Menos de dos años después de su muerte, a
causa de lo extendido de la fama de santidad de Madre Teresa y de los
favores que se le atribuían, el Papa Juan Pablo II
permitió la apertura de su Causa de Canonización. El 20
de diciembre del 2002 el mismo Papa aprobó los decretos sobre la
heroicidad de las virtudes y sobre el milagro obtenido por
intercesión de Madre Teresa.
Oraciones a Santa Teresa
de Calcuta