SANTA PRISCA DE ROMA
18 de enero
Siglo II d.C.



   Se dice que Claudio, emperador de Roma, había conseguido brillantes victorias contra sus enemigos. Su vuelta a Roma fue ruidosa y triunfal, y quiso agradecer a los dioses las victorias obtenidas y, para congraciarse con ellos y con la plebe, inició una persecución cruel contra los cristianos, como enemigos de los dioses y del Imperio. Muchos mártires derramaron su sangre en Roma, después de padecer torturas sin cuento y terribles tormentos, y fueron coronados con el paraíso. Entre ellos está una doncella de 13 años, Prisca. 

   Había nacido en Roma, según cuenta la leyenda, y era descendiente de una ilustre familia. El emperador mandó apresarla y llevarla a su presencia. Al verla de tan  corta edad, pensó Claudio que fácilmente la haría cambiar de opinión. La hizo llevar al templo de Apolo para que ofreciese sacrificios. Prisca se negó y afirmó que sólo Jesucristo merecía adoración. Claudio mandó abofetearla sin compasión y luego encerrarla en la cárcel, entre forajidos para que intentasen seducirla; pero todo fue en vano. La llevaron al anfiteatro y soltaron un león para que la devorase, pero también fue inútil, la fiera se tumbó mansamente a sus pies. Todos quedaron confundidos, nuevas torturas, pero todo resulta vano..., nuestra santa permaneció incólume. Por fin todo terminó cuando la cortaron la cabeza. 

   Otra leyenda la identifica con santa Priscila, casada con Aquila, judío establecido en Roma, que fabricaba lonas. Bautizada por san Pedro, fue decapitada bajo Claudio. Sobre sus reliquias se levanta la basílica romana que lleva su nombre y que fue lugar de culto y veneración. Desde 1969 su culto se ha limitado a su basílica de Roma.

Página Principal
(Pbro. José Manuel Silva Moreno)