SANTA MARÍA
SOLEDAD TORRES ACOSTA
1877 d.C.
11 de octubre
Se llamaba
Manolita Torres Acosta. Nació en Madrid en el seno de una
familia de lecheros. Tenía una constitución débil:
era inapetente, asmática y con la vista delicada, ademas
tenía escasas letras. Estudió en el colegio de las Hijas
de la Caridad. A los 25 años, quiso hacerse dominica, pero su
debilidad física no le abrió las puertas del convento.
Conoció en Madrid, a un sacerdote, don Miguel Martínez
(párroco en Chamberí), que quería fundar una
institución de ayuda al enfermo en el domicilio, y quería
que fueran siete las fundadoras a modo de los Siervos de
María; ella ingresó la última y era la más
débil. En 1851, tomó el hábito y cambió su
nombre por el de María Soledad. Fue nombrada fundadora y
superiora general con 30 años. Las otras seis compañeras,
ante las penalidades abandonaron, y será Manolita quien levante
el Instituto, a pesar que tenía verdadero terror a los muertos.
La fundación se llamará Siervas de María,
Ministras de los Enfermos. Ella creyó firmemente en el futuro:
"la congregación es obra de Dios, no, no puede morir. Seamos las
últimas piedras que se desmoronen de este edificio". Esta nueva
Congregación tenía la característica, de que sus
miembros dormían de día, y por la noche, se desparramaban
por todo Madrid, para atender y acompañar a los enfermos en su
dolor y llevándoles alimento.
Las penalidades y vaivenes internos y externos no
arredraron, ni a su finura de espíritu ni a su frágil
salud; el sacerdote que sustituyó al padre Miguel, en la
dirección espiritual del joven Instituto la destituyó y
nombró a otra superiora, con el resultado de hacer desaparecer
casi la fundación; pero después de una
investigación del obispo de Madrid, María Soledad
volvió a ser nombrada superiora. Se destacó por su
sencillez y gran caridad. Su frase favorita era: "Hijas mías,
recurramos a la divina Providencia y seamos buenas religiosas, que Dios
no nos faltará". Desde Chamberí, la primera casa, se
multiplicaron las fundaciones, para desde ellas asistir a los enfermos
en su mismo domicilio. Los primeros centros que se beneficiaron de su
caridad fueron el hospital de San Francisco de Madrid, los de Getafe y
Ciudad Rodrigo. La fundación de Chamberí será para
ella una cruz, pues, cuando quiso construir una casa estable, ya que
hasta entonces estaban en residencias inestables, firmó un
contrato "en el que la engañan" y se vio endeudada de tal
manera, que tuvo que solicitar limosna por toda España, durante
dos interminables años. María Soledad, atendió a
los apestados, besó las viruelas de una monja, hacía
grandes mortificaciones y se enfadó dos veces en su vida, estas
fueron la más graves críticas que recibió en su
proceso de beatificación. Murió en Madrid llena de
méritos, después de abrir 46 casas en España, Cuba
y Puerto Rico. SS. Pablo VI la canonizó en 1970. En el
calendario litúrgico de España tiene Memoria
Litúrgica.