SANTA MARÍA CRESCENCIA HOSS
5 de abril
1744 d.C.



   Nació en Kaufbeuren (Alemania), era hija de un pobre tejedor de lana. Se hizo tejedora, para ayudar a su padre, y su pobreza le impidió durante mucho tiempo ingresar en el monasterio de las franciscanas de su ciudad natal. Sólo con la ayuda decisiva del alcalde protestante pudo entrar definitivamente en el convento. Su vida consagrada estuvo siempre impregnada de amor alegre a Dios. Su intensa oración, mediante fervorosos coloquios con la Trinidad y María, desembocó muchas veces en visiones místicas, de las que sólo habló por obediencia con sus superiores. Desde niña tuvo una devoción especial por el Espíritu Santo. 

   Cuando fue finalmente aceptada en el convento fue tratada como una mendiga y sostuvo muchísimas humillaciones de parte de sus cohermanas. Durante muchos años fue portera del convento, cargo que aprovechó para aconsejar a mucha gente y realizar generosas obras de caridad. Más tarde fue nombrada maestra de novicias. La dulzura con que lo soportó hizo cambiar a  las religiosas que la eligieron su superiora en 1741. Dirigió el monasterio de modo sabio y prudente. Solía subrayar que sin el amor a los demás no podía haber amor de Dios y que “todo el bien que se hacia al prójimo era tributado a Dios, que se escondía en los andrajos de los pobres”. 

   Fue consejera espiritual de muchas personas, y tenía el don de discernimientos de espíritus. El príncipe heredero y arzobispo de Colonia, Clemente Augusto, quedó tan prendado de su santidad que llegó a pedirle al Papa que la canonizara inmediatamente después de muerta. Gracias a ella su pequeño monasterio desempeñó un sorprendente e importante apostolado epistolar. Murió con tal fama de santidad que el monasterio de Kaufbeuren, se convirtió en lugar de peregrinación para católicos y protestantes. Fue canonizada por SS Juan Pablo II el 25 de noviembre de 2001 en la Plaza de San Pedro.

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(Parroquia San Martín de Porres)