SANTA JUANA FRANCISCA FREMYOT DE CHANTAL
12 de agosto
1641 d.C.



   Juana Francisca Frémyot, nació en Dijón, en el seno de una familia aristocrática (su padre era presidente del parlamento de Borgoña); después de una excelente educación fue dada en esposa, con menos de 21 años (1592), al barón de Chantal, Cristóbal de Rabutin, a quién le dio seis hijos (de los cuales sobrevivieron sólo cuatro). Vivió santamente, superando los influjos hugonotes. Al morir el barón en un accidente de caza, ella con 29 años, vivió momentos de desolación, pues aunque perdonó al homicida,  durante mucho tiempo fue incapaz de estar en los mismos lugares donde éste había estado. En esta viudez tanto más sentida por el feliz matrimonio que había vivido, se dedicó a la educación de sus hijos y al servicio de los pobres y de los enfermos, soportando no pocas humillaciones por parte de la criada de su suegro, que gobernaba la casa como dueña, en su nuevo lugar de residencia el castillo de Monthelon; soportó estas humillaciones con el fin de convertir a su suegro, cosa que consiguió, pues terminó muriendo cristianamente. A través de un camino de dolorosas purificaciones, (se puso en manos de un fraile despótico que le encaminó hacia los escrúpulos), su vida de oración siguió una dirección contemplativa que superó la fase del demasiado rígido ascetismo que le había impuesto al comienzo, el obispo de Annecy; llegó a grabarse con un hierro candente el nombre de Jesús en su propio pecho, a la altura del corazón.

   En 1604, encontró en Dijón, durante una predicación cuaresmal, a san Francisco de Sales, con quien inició una profunda relación de sumisión espiritual, obteniendo las luces necesarias para su consagración total al Señor y para la entrega de una vida mística, cuyo valor había podido experimentar a través del contacto mantenido con los carmelitas de Dijón. En 1607, san Francisco de Sales, la liberó de todos sus escrúpulos y le reveló su proyecto de fundar una Orden femenina de clausura, que fuera accesible también para mujeres ancianas y de frágil salud: era la Confraternidad de la Visitación de María (las Salesas) en Annecy, que fue fundada en 1610, después de que Juana Francisca se ocupara de colocar a sus hijas más pequeñas. Parece que una de sus hijas se casó con un hermano de san Francisco de Sales, por lo que se estableció entre ellos un vínculo familiar. Su único hijo varón se opuso a su vocación religiosa, pero ella insistió y pasó por encima del cuerpo del hijo, que se había extendido en el umbral de la puerta de entrada de la casa para impedirle que se marchara. En 1615, la casa de Lyon fue obligada por el arzobispo, a aceptar la regla de clausura, pero con la oposición de Francisco de Sales, que pensaba para esta fundación, en un tipo de vida mixta (como la de Marta y María), en la que el acento puesto en la contemplación, no impidiera a las profesas salir a visitar a los enfermos. Era una Orden en la que "las enfermas pueden entrar para entregarse a la perfección del amor divino". Pero en 1622, por orden del obispo de Lyon, se convirtió en una Orden de estricta clausura, bajo la regla de San Agustín, y Juana aceptó.

   Fue una mujer entregada al servicio de los demás y vivió una total obediencia alegremente. Se cuenta que antes de proponerla Francisco de Sales su propósito de fundar la Visitación, la probó en la obediencia de este modo: "Escuche, le dijo Francisco, es necesario que Vd. entre en Santa Clara,  -Padre mío estoy dispuesta-, -No, No sois lo bastante fuerte. Os deberíais hacer hermana en el hospital de Beaune-. -Todo lo que a Vd. le parezca-. -No, es lo que quiero, os debéis hacer Carmelita-. -Estoy dispuesta a obedecer- ", dijo Juana Francisca.

   En 1622, perdió precozmente a su director espiritual, y desde entonces se ocupó de la publicación de sus escritos. Tras muchas fundaciones, que comportaron numerosos viajes y fatigas, afligida por crueles pruebas de aridez espiritual y tentaciones contra la fe, murió de pulmonía (después de una larga y dolorosa agonía, en la casa de Moulins). Según san Vicente de Paúl, que sucedió a san Francisco de Sales en la dirección de su alma, sufrió penas internas muy grandes, aunque en apariencia gozase de la paz y tranquilidad de espíritu de que gozan las almas que han llegado a un alto grado de virtud. Se dice que vivió con tal violencia, que se le hinchó el estómago por no querer llorar. Una de sus preocupaciones fue apartar la mirada de su interior, no pudiendo soportarse a sí misma a la vista de su alma, llena de tales miserias que parecía la imagen del infierno. Murió en el monasterio de Moulins mientras realizaba un viaje. Su cuerpo se conserva incorrupto en este monasterio. La canonización de santa Juana Francisca tuvo lugar en 1767 por el Papa Clemente XIII.

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(Parroquia San Martín de Porres)