SANTA FRANCISCA JAVIER
CABRINI
22 de diciembre
1917 d.C.
Nació en
Sant’Angelo de Lodigiano, (Lombardía), en el seno de una familia
de campesinos acomodada, y desde su nacimiento estuvo delicada salud.
Siendo niña estuvo a punto de ahogarse en un río, desde
entonces sintió un miedo invencible al agua. Su hermana mayor,
Rosa (religiosa de las Hijas del Sagrado Corazón, que
abandonó la vida religiosa para dedicarse a su familia), fue
quien la educó y no la dejó pasar ni una falta que ella
pudiera creer que le traería fatales consecuencias. Francisca
siempre estuvo agradecida a su hermana mayor por este don que de ella
recibió. Con once años hizo voto de virginidad.
Estudió
Magisterio en Arluno, y obtuvo el título de maestra en Lodi a
los 18 años. Se quedó huerfana, y junto a su hermana
Rosa, cuidaron de su hermana minusválida Magdalena. Por ello
tuvo que aceptar un trabajo como suplente en el pueblo de Vidardo,
donde enseñó durante dos años. El párroco
de Vidardo, don Serrati, se dio cuenta de la valía de esta mujer
y le encargó el cuidado del hospicio de la Providencia. Se hizo
cargo de este centro, con sólo 24 años, logró
ganar una batalla al alcalde anticlerical, obteniendo el permiso para
enseñar la doctrina cristiana en clase, a pesar de la
prohibición del gobierno. Pero cuando quiso ser religiosa
encontró dificultades por culpa de su débil
complexión y de sus vómitos de sangre; esto motivó
que dos conventos la rechazasen, aunque ingresó en la Casa de la
Providencia de Codogno, donde en 1877, hizo los votos religiosos con el
nombre de Severia Angélica del Niño Jesús. El
instituto no satisfizo sus expectativas: incluso cuando fue elegida
superiora, ya que se dio cuenta que le era imposible poner remedio a
las graves dificultades disciplinares y administrativas. Más
tarde reorganizó un hospicio en Codogno, constituyendo un
pequeño núcleo de jóvenes piadosas dispuestas a
vivir una vida entregada y consagrada a los demás, pero el
obispo de la diócesis de Lodi, no aprobó el intento. Tuvo
que esperar hasta 1880, para que las autoridades eclesiásticas
bendigeran sus iniciativas.
Fundó las
Misioneras del Sagrado Corazón de Jesús, bajo la
protección de San Francisco Javier en Roma. El Papa León
XIII encargó a su Congregación la asistencia de los
emigrantes en América, aunque ella quería ira a China, y
por ello cruza 25 veces el océano y recorrió casi toda
América. Obtuvo la nacionalidad norteamericana. Venció
muchas dificultades entre ellas la lengua inglesa, su terror al agua,
al embarcarse y su dificultad para entender el ambiente protestante. Su
lema era: "Trabajemos, trabajemos. Luego tendremos toda una eternidad
para descansar". Su labor entre los emigrantes italianos en Estados
Unidos, fue crucial, a pesar de las graves dificultades que tuvo.
Construyó el hospital Colombo de Nueva York, escuelas,
hospitales por otros lugares y decía "No somos nosotros en hacer
esto, es Jesús". Se dio cuenta de los problemas que
tenían los emigrantes italianos que “son tratados aquí
como esclavos..., sería necesario no sentir amor de patria para
no sentirse herida”.
Consiguió que los emigrantes italianos ricos, apoyaran con su
dinero sus iniciativas, para ayudar a los más pobres y
así se sintieran involucrados en el desarrollo social y
económico de sus compatriotas. Murió en Chicago, durante
una de las periódicas visitas que realizaba a las
casas. Pío XII la canonizó en 1942 y la
nombró patrona de los emigrantes y en 1952, el Comité
americano de la emigración italiana la nombró “la
más ilustre emigrante del siglo”. Fue la primera ciudadana
americana cuya santidad fue públicamente reconocida por la
Iglesia mediante la canonización.