SANTA FARA
7 de diciembre
657 d.C.
Burgundofara o Fara, nació en el pueblo de Pipimisicum (hoy
Poincy, en Meaux) del conde Cagnerico y Leodegonda. De niña fue
bendecida y dedicada a Dios por san Columbano, quien, exiliado de
Luxeuil, había recibido la hospitalidad de sus padres.
Sin embargo, llegada a
la mayoría de edad, su padre, con independencia de la promesa
hecha al santo, pensó en casarla. La joven cayó enferma y
permaneció en ese estado hasta que san Eustaquio, sucesor de san
Columbano en la dirección del monasterio de Luxeuil,
reveló a Cagnerico que, dejádola libre para dedicarse a
Dios, sanaría. El padre lo prometió y la joven
recuperó la salud. Lo prometió, pero no lo mantuvo, y
Burgundofara, cuanddo comenzaron a hablar de nuevo de planes de boda,
abandonó el hogar familiar y se refugió con una amiga
fiel, en la iglesia de San Pedro. Descubierta, se le pidió que
regresara a la familia, e incluso se la amenazó de muerte si se
negaba, pero no abandonó su decisión. San Eustaquio,
informado de lo que estaba ocurriendo, amonestó severamente a
Cagnerico, e impuso el velo a la joven.
Su progenitor, un noble cortesano, cedió a sus pretensiones y
fundó para ella el convento de Brige (Brie) o "Evoriacum"
(llamado más tarde Faremoutiers), en Meaux, según la
regla de san Columbano y del que fue abadesa durante 40 años. El
monasterio, construido junto a la iglesia consagrada a la Virgen y a
los santos Pedro y Pablo, pronto se convirtió en un centro de
ferviente vida espiritual. Convenció a su hermano san
Farón a abandonar la vida mundana. Fue abadesa de este
monasterio durante 37 años, educando a muchas santas monjas
inglesas. Destacó por una exigente prudencia y santidad. Hermana
de los santos Farón, obispo de Meaux y de san Cañoaldo,
obispo de Laón. Entre los milagros que se le atribuyeron ya en
vida estuvo el de devolver la vista a una de las hermanas de su
comunidad, que es uno de los temas con el que se la representa en su
iconografía. Sus restos se conservan en Champeaux y es patrona
de Brie.