SANTA EUGENIA DE ROMA
25 de diciembre
257 d.C.



   Mártir romana, sepultada en la vía Latina, hija del mártir san Felipe, que murió degollada en tiempos del emperador Galieno. “La Leyenda Dorada”, cuenta que era una noble romana que fue con su padre a Alejandría cuando lo nombraron prefecto por el emperador Cómodo; fue educada en el cristianismo por sus preceptores sanros Jacinto y Proto, y cuando el joven Aquilio, hijo del cónsul, la pidió por esposa, ella se opuso y, con la ayuda de sus preceptores, huyó a un convento masculino, donde se hizo pasar por hombre, con el nombre de Eugenio, de donde llegó a ser abad.

   Una matrona, llamada Melania, que se había enamorado de ella, pensando que era “él”, la acusó al prefecto de intentar seducirla; pero ella rasgando su hábito demostró que era una mujer, de este modo se comprobó que era una mujer, con la cual la matrona quedó confundida y se convirtió junto con su padre, el prefecto del juicio; también se convirtieron su madre Claudia y sus hermanos Avitio y Sergio.

   Parece, que al convertirse al cristianismo, su padre san Felipe, sufrieron graves acusaciones ante los emperadores Severo y Antonino, que lo invitaron a apostatar y a dimitir, pero él, fingiendo una enfermedad, distribuyó sus bienes a la Iglesia y a los pobres y, habiendo muerto mientras tanto el obispo de Alejandría, fue elegido obispo por los cristianos locales; después de algún tiempo padeció el martirio. Eugenia fundó un monasterio para vírgenes y su madre instituyó otro para viudas.

   Madre e hijos volvieron a Roma, donde Eugenia fundó un monasterio para vírgenes, en el que entró una joven llamada santa Basilia, de estirpe real, que fue catequizada por santos Proto y Jacinto y bautizada por el papa san Cornelio. El prometido de Basilia, Pompeyo, intentó disuadirla inútilmente, por lo que murió mártir por el emperador Galieno. Más tarde se desencadenó una persecución contra Proto, Jacinto y Eugenia. El prefecto de la ciudad Nicecio, la interrogó para hacerla abjurar, pero sin conseguirlo; en vista de ello el emperador Galieno la hizo encadenar y arrojar al Tíber atada a una piedra, que se rompió, dejándola indemne sobre las aguas. Posteriormente fue sometida a otros intentos de matarla, hasta que un gladiador la mató con la espada. Su historia es fantasiosa y forma parte de la historia de los santos históricos, Proto, Jacinto y Basilia.

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(Pbro. José Manuel Silva Moreno)