SANTA CATALINA VOLPICELLI
28 de diciembre
1894 d.C.



   Nació en Nápoles en el seno de una familia de la alta burguesía. Estudió e el Colegio Real de San Marcelino, bajo la sabía guía de Margarita Salatino (futura cofundadora, con el beato Ludovico da Casoria de las Hermanas Franciscanas Elizabetinas Bigie), aprendió letras, idiomas y música, cosa que no era usual para una mujer de su época. En su juventud rivalizó con su hermana en brillar en la sociedad, y en todo lo que la vida burguesa ofrecía. Un encuentro casual con el beato Ludovico da Casoria, en 1854, le hizo cambiar de rumbo a su vida y el beato la asoció a la Orden Franciscana Seglar y le indicó como única finalidad de su vida, el culto al Sagrado Corazón, invitándola a permanecer en medio de la sociedad, en la cual debía ser “pescadora de almas”.

   En 1859, ingresó en las Adoradoras perpetuas de Jesús Sacramentado, pero al poco tiempo se retiró por graves motivos de salud. Conoció la hoja mensual del Apostolado de la Oración (“Le Messeger du Coeur de Jésus”). Escribió al director general del Apostolado de la Oración de Francia, y recibió de él noticias detalladas de la naciente Asociación, con el diploma de Celadora, el primero en llegar a Italia. En 1867, el director padre Ramière visitó el edificio de Largo Petrone en la Salud, en Nápoles, donde Catalina estaba pensando en establecer la sede de sus actividades apostólicas “para hacer renacer en los corazones, en las familias y en la sociedad el amor por Jesucristo”.

   El Apostolado de la Oración será el centro de toda la estructura espiritual de Catalina, que le permitió cultivar su amor ardiente a la Eucaristía y se convirtió en instrumento de una acción pastoral que tenía como centro el Corazón de Jesús y por lo tanto abierta a todo hombre, siempre al servicio de la Iglesia y de los oprimidos.

   En 1874, con las primeras celadoras fundó el Instituto de las Esclavas del Sagrado Corazón. Abrió el asilo de huérfanas las “Margaritas”, fundó una biblioteca circulante e instituyó la Asociación de las Hijas de María, con la guía de la venerable María Rosa Carafa Traetto. Abrió otras casas y las Esclavas se distinguieron en la asistencia a las víctimas del cólera del 1884, en Minturno, en Meta de Sorrento y en Roma. En 1884 el arzobispo de Nápoles consagró el santuario dedicado al Sagrado Corazón que Catalina había hecho erigir junto a la casa madre de su Instituto, destinándolo a la adoración reparadora. Participó en el I Congreso Eucarístico Nacional, que se celebró en Nápoles en 1891, y fue el alma de este congreso. Catalina murió en Nápoles ofreciendo su vida por la Iglesia y por el Santo Padre. Fue beatificada en 2001 por Juan Pablo II y canonizada el 26 de abril de 2009 por Benedicto XVI.

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(Pbro. José Manuel Silva Moreno)