SANTA CATALINA
TEKAWITHA
17 de abril
1680 d.C.
Hija de padre iroqués y
madre algonquina pero cristiana, nació en el fuerte de Mohawk de
Gandaouaugue en Ossernenon el estado de Nueva York. Pertenecía a
la nación “Ho-dé-no-sau-nee” ("la gente de las
casas largas", Confederación
Iroquesa de las Cinco Naciones). Se quedó huérfana a los
cuatro años y sobrevivió a una epidemia de viruela que la
dejó afectada la vista y desfigurada la cara, y por ello la
llamaron “Tekakwitha” ("aquella que se adelanta y pone algo
ante sí"). La recogió
un tío suyo y ella desempeñó las tareas
domésticas en su casa. Rechazó diferentes ofertas de
matrimonio y habiendo conocido a los misioneros jesuitas franceses, fue
educada por estos y bautizada en 1678 con el nombre de Catalina.
Perseguida por su
tribu y su tío para que volviera a sus antiguos usos,
huyó a la misión francesa de San Francisco Javier de
Sault, Montreal, donde se manifestaron sus gracias místicas.
Medio ciega, una pobre pielroja despreciada por el mundo colonial, fue
enriquecida por el Señor con notables gracias extraordinarias.
En 1679 hizo voto de virginidad y pasó el resto de su vida
trabajando duramente, orando y viviendo la penitencia espiritual y
corporal, renunciando a las tradiciones de su tribu, y se
santificó en los sufrimientos, imitando a Jesucristo. Era
asidua, puntual y ferviente en la oración comunitaria, sin
descuidar su trabajo en la familia donde trabajaba. Escribió:
“El estado de pobreza desvalida que puede recaer en mí si no me
caso, no me asusta. Lo único que necesito es algo de alimento y
unas pocas ropas”. Tras una dura enfermedad, murió edificando a
todos a los 24 años de edad. Su
fama de santidad se extendió entre la población india y
entre los misioneros. Fue
canonizada por Benedicto XVI el 21 de octubre de 2012.