SANTA BÁRBARA
4 de diciembre
235 d.C.
Esta
santa virgen y mártir es respetada con particular
devoción en los calendarios: latino, griego, moscovita y
siriaco, pero su historia está oscurecida por una variedad de
hechos falsos. Baronio prefiere aquellos que sufrió martirio en
Nicomedia durante el reinado de Maximino el Tracio, quién
levantó la sexta persecución general en el 235.
Pero José
Assemani demuestra que los hechos que se narran en Metafraste y
Mombritus parecen ser más exactos y sinceros. A través de
ellos, sabemos que santa Bárbara sufrió en
Heliópolis, en Egipto, al rededor del año 306. Esta
versión concuerda con la “Menología” del emperador Basilio y con
la “Synaxary” griega.
Una versión
legendaria de su vida (la de Simeón Metafraste en el siglo X, la
pasión de esta santa oriental se popularizó en Occidente
en el siglo XIII, gracias a la “Leyenda Áurea” del arzobispo de
Génova, Santiago de La Vorágine) Bárbara
nació en Nicomedia, a orillas del mar Mármara. Era hija
del sátrapa Dióscoro, un riquísimo pagano. Para
sustraerla del proselitismo cristiano, su padre la encerró en
una torre iluminada solo por dos ventanas, y en la que sólo
él y una vieja sirvienta tenían acceso. A pesar de todo,
la muchacha, una floreciente doncella de singular hermosura, gracias a
un subterfugio encontró el medio de recibir las
enseñanzas de un sacerdote enviado por Orígenes, que se
hacía pasar por médico, y quién, después de
haberla instruido en el cristianismo le administró el bautismo.
Cuando su padre tuvo
que ausentarse por algún tiempo, ella le pidió como
regalo de despedida la construcción de un cuarto de baño.
Al regreso, el padre comprobó que, contra sus planes, ella
había hecho instalar tres ventanas en lugar de las dos.
Además, de la pared colgaba una cruz. Indignado, supo por ella
misma que se había hecho cristiana y con las tres ventanas
quería tener siempre ante sus ojos el misterio de la Trinidad.
Enfurecido, desenvainó la espada y se abalanzó sobre su
propia hija. Bárbara, sin embargo, pudo huir. Mientras él
la perseguía, una roca se abrió ante la muchacha y se
volvió a cerrar ente el perseguidor.
Pero un pastor
delató su escondite, y por ello fue castigado con la
metamorfosis de sus corderos en langostas. Dióscoro
irrumpió en la cueva y llevó a su hija a casa
arrastrándola por los pelos, para que se casara con un pagano, a
lo que nuestra santa se negó. Al ver que ni amenazas, ni golpes,
ni el hambre podían nada contra su firmeza, él la
entregó personalmente al juez. Éste ordenó que la
azotaran con toda crueldad, pero por la noche se le apareció un
ángel, la fortaleció con el cáliz y la santa
forma, y curó sus heridas. Al día siguiente, los esbirros
la encontraron más encantadora que nunca. Entonces el juez hizo
que, tras infligirle las más terribles torturas: fue estirada en
el potro, azotada con vergajos, desgarrada con peines de hierro, rodada
sobre fragmentos de cerámica, quemada con hierros candentes y al
fin los verdugos le cortaron los pechos con tenazas.
Otra mujer piadosa
llamada Juliana vio el martirio de Bárbara y la dominó un
intenso deseo de sufrir igualmente por Cristo. En voz alta
proclamó su fe cristiana. El juez, sin titubeos, hizo que la
azotaran inmediatamente y le sajaran igualmente los pechos. A
continuación ambas muchachas fueron exhibidas desnudas ante la
muchedumbre como si fueran animales, y condenas a muerte; pero un
ángel les cubrió el cuerpo martirizado con un velo. En
aquel momento el padre se adelantó y solicitó que se le
permitiera ejecutar personalmente a su hija. Y así
sucedió: Dióscoro cortó con la espada la cabeza de
su hija. Pero poco después aquel lugar, fue carbonizado por un
rayo, muriendo fulminado, "fue asaeteado y consumido de tal manera que
de su cuerpo no quedaron polvo ni cenizas".
Pero tenemos que decir que su festividad fue eliminada del calendario
romano universal en 1969 y ahora se limita a los calendarios locales.
Se la invoca contra las tormentas y es la patrona del arma de
artillería de los ejércitos.