SANTA ASELA
6 de diciembre
406 d.C.



   Se la conoce por lo que escribió de ella san Jerónimo. Era hija de una familia distinguida y un día, con diez años, decidió consagrase a Dios: "Encerrada en una pequeña habitación -como dice el santo- se encontraba a su gusto como en el Paraíso. Un estrato de tierra era el lugar de su oración y de su descanso. El ayuno fue para ella una diversión; la abstinencia, un fortalecimiento... Observó tan bien la clausura de no intentar jamás de poner un pie fuera,  ni habló jamás a ningún hombre".

   Trabajaba para sí y para los pobres, y en la oscuridad visitaba las tumbas de los mártires. La vida durísima no le malgastó el físico, y a sus cincuenta años era bellísima. "Nada mas alegre que su severidad -decía san Jerónimo- nada mas severo que su alegría. Nada más grave que su risa; nada mas atractivo que su tristeza... Su palabra es silenciosa, y su silencio habla".

   Cuando san Jerónimo debió dejar Roma, por calumnias e incomprensiones, la escribió, para abrirle el corazón y hacer una apasionada defensa contra las calumnias y las injusticias: "Acuérdate de mi, oh insigne modelo de pudor y virginidad, y con tus oraciones aplaca los embates del mar". Cuando era ya muy anciana, el historiador, Paladio, escribía "He visto en Roma a la bella Asela, esta virgen envejecida en el monasterio. Era una mujer muy dulce, que llevaba diversas comunidades".

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(Pbro. José Manuel Silva Moreno)