SAN SIMPLICIANO DE MILÁN
15 de agosto
400 d.C.



   Simpliciano fue uno de los varones más sabios del siglo IV en Italia, discípulo del retórico Victorino. Amigo y consejero de san Ambrosio, a quién sucedió en la sede de Milán; era anciano y fue obispo durante tres años. Tuvo un papel muy importante en la conversión de san Agustín de Hipona, que lo recordó siempre con profunda gratitud: "Padre espiritual de mi propia alma", escribe en otra parte el mismo san Agustín, "porque él fue quien me enseñó a Cristo". 

   San Ambrosio y san Agustín le dirigieron muchas epístolas. San Simpliciano, a su vez, contribuyó con las suyas a la conversión del doctor de Hipona. Turbado por ciertas dificultades que había encontrado en la Epístola de San Pablo a los Hebreos, san Simpliciano consultó a san Agustín, el cual le respondió en su obra «Quaestiones diversae ad Simplicianum».

   San Simpliciano (como también San Agustín) llevaba siempre un cinturón de cuero negro, pues santa Mónica había tenido una visión en que la Santísima Virgen le había pedido que se pusiese un cinturón así en su honor. El cinturón negro pasó a formar parte del hábito de los agustinos.

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(Parroquia San Martín de Porres)