SAN RAFAEL, ARCANGEL



   En algunos lugares aún se celebra el 24 de Octubre. La historia de San Rafael se conoce por la Biblia. Fue enviado por Dios para que le ayudara a Tobías, a quien, para probar su paciencia, le había quitado la vista y los bienes.

   También vino el arcángel de parte de Dios para que auxiliara a una joven llamada Sara. Ya se había casado siete veces. Pero nunca pudo acostarse con ninguno de ellos porque un demonio se los mataba.

   San Rafael se le apareció como un joven elegante al anciano Tobías. Este se puso contento en poder acompañar a su hijo para que cobrase dinero. Mientras iban de camino, al lavarse el joven Tobías los pies, vio que iba hacia él un pescado muy grande. Lo cogió, y guardó la hiel, el hígado y el corazón. Aconsejado por el ángel, lanzó Tobías al demonio de la habitación de Sara con el hígado del pescado. Y ya pudo casarse con ella. De vuelta a la casa de su padre, le dio la vista con la hiel del mismo pescado.

   Cuando le preguntaron al extraño visitante quién era. Contestó:"Yo soy el ángel Rafael, uno de los siete espíritus que asisten delante del Señor".

   Rafael significa Medicina de Dios y se le suele representar en unión con Tobías, acompañándolo o librándolo del peligro del pez. Su nombre sólo aparece en el libro de Tobías. En él se nos presenta Rafael como modelo de ángel custodio, porque protege a  Tobías de todos los peligros: del pez que quería devorarlo (6, 2) y del demonio que le hubiera matado como a los otros siete pretendientes de Sara (8, 3). Cura la ceguera del
padre (11, 11) y así manifiesta su carisma especial de ser medicina de Dios y patrono de los que cuidan enfermos. Arregla los asuntos del dinero prestado a Gabael (9, 5) y aconseja a Tobías que se case con Sara. Humanamente, Tobías nunca se hubiera casado con Sara, porque tenía miedo de morir igual que los anteriores esposos (7, 11), pero Rafael cura a Sara de sus miedos y tranquiliza a Tobías para que se case, porque ese
matrimonio era querido por Dios desde toda la eternidad (6, 17). El mismo Rafael es quien presenta las oraciones de Tobías y de su familia ante Dios: Cuando orabais, yo presentaba vuestras oraciones ante el Santo; cuando tú enterrabas a los muertos, también yo te asistía; cuando sin pereza te levantabas y dejabas de comer para ir a sepultarlos, yo estaba contigo (12, 12-13).

   A Rafael se le considera el patrono de los novios y jóvenes esposos, porque arregló todo lo referente al matrimonio de Tobías con Sara y solucionó todos los problemas que impedían su realización. Por eso, todos los novios deben encomendarse a san Rafael y, por medio de él, a la Virgen nuestra Madre, que, como buena madre, se preocupa de su felicidad. Así lo hizo claramente en las bodas de Caná, donde consiguió
que Jesús realizara su primer milagro para hacer felices a los recién casados. También san Rafael es buen consejero familiar. Aconseja a la familia de Tobías a alabar a Dios: Bendecid a Dios siempre, pues yo no he venido por mi voluntad, sino por la de Dios; por lo que a Él debéis bendecir siempre. Ahora alabad a Dios que yo me subo al que me envió y poned por escrito lo sucedido (12, 17-19). Y aconseja a Tobías y Sara a orar. Cuando a ella te acerques, levantaos ambos e invocad al Dios misericordioso y tendrá piedad de vosotros. No temáis, que para ti está destinada desde la eternidad y tú la salvarás e irá contigo, y estoy seguro de que tendrás de ella hijos (6, 17). Y, cuando estuvieron solos en la alcoba, Tobías dijo a Sara: Levántate, hermana, vamos a orar para que el Señor tenga misericordia de nosotros. Bendito eres Dios de nuestros padres y bendito por los siglos tu nombre santo y glorioso. Bendígante los cielos y todas las criaturas. Tú hiciste a Adán y le diste por ayuda y auxilio a Eva, su mujer; de ellos nació todo el linaje humano. Tu dijiste: No es bueno que el hombre esté solo; hagámosle una ayuda semejante a él. Ahora, Señor, no llevado de la pasión sexual, sino del amor a tu ley, recibo a esta hermana por mujer. Ten misericordia de mí y de ella, y concédenos a ambos larga vida. Y ella respondió: Amén (8, 4-8). ¡Es tan importante orar en familia! La familia que reza unida, permanece unida. Por otra parte, san Rafael es patrono especial de los marineros, de todos los que viajan por agua y de quienes viven y trabajan cerca del agua, pues como libró a Tobías del peligro del pez en el río, también puede librarnos de los peligros de las aguas.

   Por ello, es patrón especial de la ciudad de Venecia. También es patrono de los caminantes y viajeros, quienes lo invocan antes de emprender un viaje para que los proteja como protegió a Tobías en su viaje. Es patrono de los sacerdotes que confiesan y dan la unción a los enfermos, ya que el sacramento de la confesión y de la unción de los enfermos son sacramentos de sanación física y espiritual. De ahí que los sacerdotes deberían pedir su ayuda, especialmente, al confesar y dar la santa unción. Es patrono de los ciegos, porque puede curarlos de la ceguera como lo hizo con el padre de Tobías. Y muy especialmente también es el patrono de quienes curan o atienden enfermos; concretamente, de los médicos y enfermeros.

   Pero hay que tener en cuenta que para que san Rafael pueda cumplir su misión y ejercer su ministerio de curar y sanar los cuerpos y las almas, el que lo invoca debe estar en gracia de Dios. Si está en pecado grave, por guardar rencor en su corazón o por haber cometido algún grave error, está cortada la comunicación con Dios y no podrá ayudar. Es preciso, antes de pedirle algo, saber perdonar y estar a bien con Dios por medio de
una buena confesión. Esto deberían tenerlo muy en cuenta los médicos, enfermeras y todos los que cuidan enfermos.  La medicina no debe ser un acto simplemente terapéutico sin compasión y sin amor. Una medicina deshumanizada, que sólo ve los medios científicos y técnicos, no puede ser totalmente eficaz. Por eso, es imprescindible en el ejercicio de la medicina y del cuidado a los enfermos que tanto el paciente como el que lo cura, estén en gracia de Dios e invoquen a san Rafael con fe como enviado de Dios para curar. Dios puede hacer milagros o puede curar normalmente por medio de los médicos y medicinas. Pero siempre la salud es un don de Dios. Por otra parte, algo muy significativo y muy útil es hacer bendecir las medicinas en el nombre de Dios antes de tomarlas.

   Es importante que sean bendecidas por un sacerdote; pero, si no hay tiempo o no hay posibilidad de hacerlo, uno mismo o un familiar puede hacer esta o parecida oración: Oh Dios, que maravillosamente creaste al hombre y más maravillosamente aún lo redimiste, dígnate socorrer con tu auxilio a todos los enfermos. Te pido especialmente por N.N. Atiende nuestras súplicas y bendice estas medicinas (y estos instrumentos médicos) para que el que lo tome, o esté bajo su acción, pueda ser sanado por tu gracia. Te lo pedimos  Padre, por intercesión de Jesucristo, tu Hijo, y por la intercesión de María, nuestra Madre, y de san Rafael arcángel. Amén.


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(Parroquia San Martín de Porres)