SAN PRUDENCIO GALINDO DE TROYES
  6 de abril
861 d.C.



   Natural de Aragón. Llegó al reino carolingio hacia el 803, huyendo de la invasión de los musulmanes y se destacó por su santidad y ciencia como capellán de Ludovico Pío. Mantiene a lo largo de su vida con orgullo noble su condición de español. De hecho, en el evangeliario de su biblioteca, bellamente iluminado con las figuras simbólicas de los evangelistas, confiesa su origen hispano: "Yo, Prudencio, soy quien mandó hacer esta obra; yo, que nací en Hesperia y llevo la sangre de los celtíberos".

   En el 840 fue designado obispo de Troyes, en la Champagne. Iluminó a sus coetáneos en la oración diaria, con sus salmos escogidos; y en la vida, con sus preceptos sentenciosos de la Sagrada Escritura, para ser aprendidos de memoria.

   Consiguió reunir una gran biblioteca donde se refugiaba en los momentos libres de atenciones pastorales, para preparar otras labores pastorales futuras. Pasó ratos y a veces temporadas dedicados a la reflexión y el estudio. Allí pudo reunir ejemplares que encerraban gran parte del saber teológico del tiempo.

   Hombres como Rábano Mauro, dirigidos por él hacia la santidad, impulsaron la vida cristiana. Aunque fue un gran teólogo se dejó llevar de su excesiva desconfianza en la voluntad humana, cuando se trataba de la salvación propia, rayando en la predestinación jansenista. Tuvo un papel relevante en la controversia de la predestinación entre Gotescalco y Scoto Erígena. Escribió textos litúrgicos: "Breviarium psalterii" y "Florilegium ex Sacra Scriptura" y continuó los "Anales Bertinianos" desde el 836 al 861.

   Troyes lo veneró como santo desde su muerte por haber sido un pastor celoso de la fe y de las almas, que supo hermanar la fuerza y rigidez de pensamiento con la blandura de un padre en sus gestos. Tiene culto local.

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(Parroquia San Martín de Porres)