SAN PERFECTO DE
CÓRDOBA
18 de abril
850 d.C.
San
Eulogio dijo de él: "Reinando por siempre nuestro Señor
Jesucristo; el año de su Encarnación, 850; del gobierno
de Abderramán el 29; ocupando el pueblo árabe por duro
privilegio casi toda Iberia; gimiendo la Iglesia bajo su
durísimo yugo; nació en Córdoba el
presbítero Perfecto, de santa memoria; fue educado bajo la
dirección de los pedagogos de la Basílica de San Acisclo;
donde aprendió la ciencia sagrada; distinguiéndose
siempre en su erudición literaria y por sus conocimientos de la
lengua árabe".
Con este prestigio
ejercitó su apostolado; hasta con los mismos mahometanos
dialogaban con él. Un día después de responderles
sobre el cristianismo, se negó a exponerles su parecer sobre el Corán: "no me
atrevo por no molestaros; sólo si me prometéis secreto y
seguridad, satisfaré a vuestra pregunta". Su ingenuidad le
llevó a decir todo lo que él pensaba de Mahoma, de tal
modo que no ahorró nada en sus críticas y a pesar de que
el cadí era honrado y virtuoso no pudo evitar condenarle a
muerte.
Lo metieron en una caverna inmunda llena de presos comunes. Le hicieron
la vida imposible durante dos meses. Decidieron darle muerte durante la
fiesta solemne que seguía al Ramadán. Efectivamente, en
medio del jolgorio de la gente, apareció Perfecto, escoltado de
verdugos. El subió con paso firme el tablado del suplicio. Un
sayón hizo rodar su cabeza por el suelo.