SAN PACÍFICO DE
SAN SEVERINO
1721 d.C.
24 de septiembre
Nació en San Severino de la Marca. Huérfano a los cuatro
años, pobre, maltratado por un tío sacerdote que le
acogió, y que le hizo trabajar como su siervo. A los 17
años solicitó a los franciscanos reformados de Forano,
cerca de Ósimo, ingresar en la Orden. Allí se
formó en la piedad y el estudio. Después de ocho
años de noviciado terminó su curso de Teología y
pronunció sus votos solemnes. Marcha de Ancona, y se
ordenó el 4 junio de 1678, haciéndose seguidamente Lector
o Profesor de Filosofía (1680-83) para los miembros más
jóvenes de la Orden. Su camino parecía claro, ser
profesor de Filosofía, pero según él mismo
manifestaba: "no se necesitan doctores, sino apóstoles", y
pidió una ocupación más activa.
Predicó por toda la región de forma elevada
y persuasiva durante cinco o seis años. Tuvo que dejar la
predicación porque al poco tiempo sus pies se llenaron de
llagas; tenía 35 años; no podía confesar porque le
aqueja una sordera, y no podía decir misa porque se había
quedado ciego. Imposibilitado para hacer misiones, cultivó,
más, la vida contemplativa. Soportó sus enfermedades con
paciencia angélica, provocó varios milagros y fue
favorecido por Dios con el éxtasis. Aún víctima de
enfermedades permanentes, retuvo el puesto de guardián en el
monasterio de Maria delle Grazie, en San Severino (1692-3), donde
murió.
En este desamparo le faltó incluso el consuelo de
sus hermanos en religión, y el sacristán y el enfermero
que le cuidaban le maltrataron de palabra y de obra, acosándole
en su último refugio, así durante años hasta su
muerte; de este modo se santificó, murió, después
de haber pasado por una durísima calumnia. El hermano
Pacífico fue canonizado en 1839 por el Papa Gregorio XVI.