SAN
PABLO DE LA CRUZ
1775
d.C.
28
de abril
Nació en Ovada en Génova, en el seno de una modesta
familia. Se llamaba Paolo Francesco Danei. Era hijo de una familia de
mercaderes. Se enroló como soldado a los 19 años (1715);
pero al año siguiente abandonó el ejército
veneciano que luchaba contra los turcos. En 1718 vivió una
experiencia de conversión, durante un sermón de un
párroco sobre santa María Magdalena, y colaboró
como catequista. Tras una vida de penitente, meditó la
pasión de Cristo, y su primera vocación fue la vida
contemplativa, por su gran resistencia a la oración. De la
oración, le nació la necesidad de la predicación.
Junto con el obispo de Alessandría (Francisco Gattinara),
proyectó fundar una Orden religiosa que debía llevar una
túnica negra con un signo especial: un corazón rematado
por una cruz, en el cual estaban escritas las palabras "Jesu-Christi
Passio" (JPC: Pasión de Jesucristo).
A los 26 años, con este hábito bendecido por
el obispo (1720), se retiró para hacer una penitencia de 40
días en un aposento contiguo a la iglesia de San Carlo al
Castellazzo, durante la cual redactó la regla de su nuevo
Instituto, que conciliaba la vida eremítica con la
predicación apostólica. Luego, con su hermano Juan
Bautista y otros dos compañeros, se retiró al monte
Argentario, para dedicarse a la vida de oración y a la
penitencia. Su predicación apasionada y dramática,
acompañada de sangrientas flagelaciones y ásperas
penitencias, conmovieron a las gentes y pronto fue llamado para
misiones en los pueblos más duros y refractarios.
Convirtió delincuentes con su palabra y sus hechos y así
fundó la Congregación de la Cruz y Pasión de
Cristo (Pasionistas), para predicar en sus misiones, el recuerdo de los
sufrimientos salvadores de Cristo y junto a Cristo. Muchas ciudades se
disputaron el éxito de sus predicaciones: Gaeta (1724) y Roma
durante el jubileo (1725). Ambos hermanos fueron ordenados sacerdotes
en 1727, en San Pedro del Vaticano por Benedicto XIII. El Papa Clemente
XII les concedió poder para predicar las misiones (1731); pero
Pablo no abusó nunca de este derecho, pidiendo siempre la
autorización del obispo de la diócesis.
Durante la guerra (1733) entre Austria y Francia (aliada con
España), por el ascendiente que tenía, pudo permanecer en
el monte Argentario (que era territorio austriaco), así como en
Porto Empédocle (que era territorio de influencia
española), donde podía pasar de un campo a otro para
predicar a los mismos soldados de ambos frentes. Logró incluso
persuadir a los españoles que no bombardearan la ciudad de
Orbetello, que se rindió en sus manos. En 1735, Pablo fue a
Nápoles, donde el rey Carlos III le permitió construir
una casa (que fue llamada "Retiro") para su nuevo Instituto. En 1738,
los dos hermanos recibieron el título de "misioneros
apostólicos" con el privilegio de dar la bendición papal
al terminar la predicación.
A pesar de que tuvo la admiración de obispos,
cardenales y Papas, tuvo dificultades en la aprobación de su
regla, a causa de su excesivo rigor. Muchos de sus primeros seguidores
le abandonaron, porque no resistían las penitencias, que a
él le parecían naturales en un pasionista. En 1741, el
papa Benedicto XIV aprobó las constituciones, con algunas
enmiendas. Pablo, con un rito sugestivo (ante el Santísimo
Sacramento, llevando una cruz a hombros y una corona de espinas en la
cabeza, a las palabras de la pasión según Juan: "tradidit
spiritum"), hizo la profesión religiosa solemne, con la
añadidura de un cuarto voto de propagar la devoción a la
pasión de Cristo. Promovió la comunión diaria para
el que vivía virtuosamente. También después de
recomenzar la guerra (1741), Pablo (que se llamaba "de la Cruz")
siguió predicando a los soldados; mientras se difundían
las fundaciones, y en el Capítulo general de 1747, fue elegido
Prepósito general.
"Necesito un océano, -decía- quiero
sumergirme en un océano de fuego y de amor; quiero convertirme
en rescoldo de amor; quiero poder cantar en la hoguera del amor
increado, precipitarme en la magnificencia de sus llamas, perderme en
su silencio, abismarme en el todo divino" escribió en su diario
personal. Durante 40 años vivió una gran soledad interior
de tipo espiritual, que los estudiosos ven como una forma
mística de vivir más intensamente la pasión de
Cristo y contribuir a la conversión de los pecadores. Se le
conoce como “el príncipe de los desolados”.
Pablo pidió al Papa Clemente XIII que su
Congregación pudiera ser una Orden con votos solemnes, pero Roma
se opuso a ello. En los últimos años de su vida, aunque
estaba enfermo, pudo predicar y visitar sus fundaciones y dirigir la
fundación del primer monasterio de la rama femenina (1771) de
pasionistas, en Corneto. En 1773, el Papa Clemente XIV (que
había suprimido la Compañía de Jesús)
concedió a Pablo la iglesia de los Santos Juan y Pablo con el
convento anejo. Aquí este místico penitente y
apóstol (que tenía por confidente de sus éxtasis y
de sus carismas extraordinarios de oración a una joven
mística, Rosa Calabresi) expiró dulcemente en Roma. Su
canonización tuvo lugar en 1867 por el Beato Pío IX.