SAN NIMATTULLAH
AL-HARDINI
14 de diciembre
1858 d.C.
Nació en Hardin (Líbano). Se llamaba Youssef.
Pertenecía a una familia cristiana maronita. Pasó los
primeros años de su infancia frecuentando los monasterios y
eremitorios de su pueblo. Terminados sus estudios se fue a vivir con su
abuelo materno, Youssef Raad, párroco de Tannourin, cuyo ejemplo
suscitó en él el deseo del sacerdocio, vivido como
servicio a la Iglesia.
Ingresó en la
Orden Libanesa Maronita a los 20 años. Fue enviado al monasterio
de San Antonio de Qozhaya, cerca de la Qadischa (Valle santo), para
realizar sus dos años de noviciado, durante los cuales se
entregó con fervor a la oración comunitaria y la trabajo
manual. Dedicó todo su tiempo libre a visitar al
Santísimo.
Después de su
profesión monástica en 1830, fue enviado al monasterio de
San Cipriano y Santa Justina, en Kfifan, para estudiar la
filosofía y la teología, a la vez que trabajaba en el
campo. Destacó por su habilidad como encuadernador. Durante este
período a causa de su ascetismo y su intensa estudio, se
enfermó. Su superior lo destinó a la sastrería. Al
ser ordenado sacerdote, fue nombrado director del estudiantado y
profesor, labor que desempeñó hasta sus últimos
años. Dividió su jornada en dos partes: la primera mitad
para prepararse para la celebración de la Eucaristía, y
la segunda mitad para la acción de gracias por la
eucaristía. Vivió esta dimensión contemplativa
juntamente con el amor a sus hermanos y a la cultura.
Fundó una escuela para instruir gratuitamente a la juventud.
Le tocó vivir
dos guerras civiles (1840 y 1845), que fueron preludio de sangrientos
acontecimientos de 1860, durante los cuales muchos monasterios fueron
quemados, muchas iglesias devastadas y muchos cristianos maronitas
asesinados. En este marco civil y religioso, su hermano el padre
Eliseo, ermitaño, lo invitó a abandonar la vida
comunitaria para retirarse a un eremitorio, pero él
respondió: “Los que luchan por la virtud en la vida comunitaria
tendrá más mérito”.
Fue severo y duro
consigo mismo, pero misericordioso e indulgente con sus hermanos. Fue
grande su devoción a María, especialmente a la Inmaculada
Concepción. Formó cofradías para honrar a
María. Fundó también 16 altares consagrados a
María, uno de estos, en el monasterio de Kfifan, fue llamado,
después de su muerte, “Nuestra Señora de Hardín”.
En 1845, a los 33
años, la Santa Sede lo nombró asistente general de su
Orden con un mandato de tres años, por su celo en el
cumplimiento de la reglas monásticas. Para ese cargo fue
reelegido otras dos veces, pero se negó siempre a aceptar el
nombramiento de abad general de la Orden. Residió, con los
demás asistentes, en el monasterio de Nuestra Señora de
Tamich, casa general de la Orden, pero solía ir a su antiguo
monasterio para realizar su trabajo de encuadeernador. De 1853 a 1859
tuvo entre sus alumnos a san Charbel Majluf, que asistió a la
muerte de su maestro. Fue querido por los musulmanes y drusos. Mientras
se encontraba en el monasterio de Kfifan para dar clases, pero debido
al intenso frío, se enfermó de pulmonía, y tras
una agonía de 10 días murió. Fue beatificado por
SS Juan Pablo II en 1998 y canonizado por el mismo Papa el 16 de mayo
de 2004 (que fue la última ceremonia de canonización
realizada en su pontificado).