SAN NICETAS DE MEDIKION
3 de abril
824 d.C.



   Nicetas nació en Cesarea de Bitinia. En su juventud se sintió atraído por la vida solitaria, y su anciano padre espiritual lo inició en el ascetismo. Satisfecho, su maestro lo envió al monasterio de Medikion para completar su formación. San Nicéforo (que no debe confundirse con el patriarca san Nicéforo que gobernaba en esos mismos años en la sede de Constantinopla) había fundado este nuevo complejo religioso en en la base del monte Olimpo, en Bitinia, y el número todavía ínfimo de monjes le permitía seguir adecuadamente a Nicetas para prepararlo a la vida religiosa. Persuadido de sus naturales inclinaciones y de su docilidad a las particulares exigencias de la vida monástica, en el 790 le hizo conferir la ordenación presbiteral por el Patriarca Tarasio, y lo asoció a sí mismo en el gobierno del monasterio.

   En el 813, cuando murió Nicéforo, Nicetas -en contra de su innata humildad- tuvo que aceptar la dignidad de hegúmeno. En el 815 sufrió mucho defendiendo el culto de las imágenes contra León III el Armenio que desencadenó la persecución iconoclasta y Nicetas fue una de las primeras víctimas: puesto en prisión, fue luego encerrado en el fuerte de Masaleón, en Asia Menor. El emperador lo convocó después a Constantinopla para inducirlo a ceder, consiguiendo al fin que abrazara las ideas iconoclastas. Nicetas fue luego ayudado por sus amigos, en particular por san Teodoro Estudita, y volver a la ortodoxia, pero el soberano se vengó de la traición exiliándolo a la pequeña isla de Santa Gliceria, donde fue sometido a no pocas torturas por mano del eunuco Antimio, gran enemigo de quienes permanecían fieles al culto de los iconos. En la noche de Navidad del 820 León V fue asesinado, y Nicetas recobró la libertad, prefiriendo no obstante no retornar a Medikion sino retirarse a una vida austera en una dependencia del monasterio cerca de Constantinopla, donde murió el 3 de abril del 824.

   Las reliquias del Santo fueron trasladadas al monasterio de Medikion, donde fueron recibidas triunfalmente. San Teodoro Estudita, que en su momento había deplorado su defección, pronunció su elogio y lo proclamó insigne defensor de las imágenes. Su «Vita» fue escrita por uno de sus monjes, Teostericto, que vivió con él, y por lo cual tiene un especial valor.

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(Parroquia San Martín de Porres)