SAN NICECIO DE LYON
2 de abril
573 d.C.
San
Nicecio, que era tío abuelo de san Gregorio de Tours,
descendía de una familia de Borgoña y había sido
destinado al servicio de la Iglesia desde muy joven. Después de
su ordenación sacerdotal, siguió viviendo con su madre,
que era viuda, obedeciéndola con la sencillez. Nicecio
tenía en tan alta estima la instrucción, que
insistía en que todos los niños nacidos en sus posesiones
aprendiesen a leer y a recitar los salmos; ello no le impedía
ayudar personalmente a sus criados y servidores en el trabajo manual y
tener algo que dar a los pobres.
Cuando san Sacerdote,
obispo de Lyon, se hallaba en París en su lecho de muerte (553),
el rey Childeberto fue a visitarle y le rogó que nombrase a su
sucesor. El anciano prelado nombró a su sobrino Nicecio, quien
fue poco después consagrado obispo. Fue un hombre de vida
irreprochable, que combatía con todas sus fuerzas las
conversaciones ligeras y poco caritativas, predicando contra ellas
siempre que podía. Sus poderes de exorcista le ganaron gran
fama. Durante
su episcopado, que duró casi veinte años, Nicecio
resucitó y mejoró el canto en las iglesias de su
diócesis. San Gregorio de Tours cuenta muchos milagros obrados
en su tumba.