SAN JUNÍPERO SERRA
1784 d.C.
28 de agosto



   Nació en Petra, Mallorca. Se llamaba Miguel José. Hijo de agricultores, desde niño comenzó a frecuentar el convento de San Bernardino de los Menores de los franciscanos menores. En 1730 ingresó en la Orden en Palma de Mallorca y asumió el nombre de Junípero. Enseñó Filosofía en el Colegio Real de San Francisco de Palma; se doctoró en Teología y fue profesor en la universidad Lulliana, al mismo tiempo que ejercitaba un intenso apostolado.

   Ordenado sacerdote partió para América en la expedición franciscana que salió de Cádiz en 1749, en un barco inglés que, después de muchos incidentes, llegó a Vera Cruz (Méjico). Hizo a pie el largo trayecto desde Vera Cruz a la ciudad de Méjico, junto al padre Francisco Palou. De tanto andar, se le abrió una llaga en la pierna que le acompañó toda su vida (algunos dicen que durante el viaje le mordió algo venenoso); con ella anduvo después miles de kilómetros. En Méjico estuvo trabajando durante 18 años en el Colegio de San Fernando, que era el centro desde donde se irradiaba toda la labor misionera.

   Trabajó primero en las misiones de Sierra Gorda, donde aprendió la lengua pame de los indios para hacerse entender mejor. Levantó una iglesia y organizó la vida de las comunidades indígenas. Fue destinado a Texas, entre los apaches, pero nunca llegó a este destino, por razones políticas del momento y estuvo en Méjico esperando. Pero su labor se desarrolló sobre todo en California, (después de la supresión de los jesuitas por Carlos III) donde realizó la gran empresa evangelizadora al sustituir los franciscanos a los misioneros jesuitas, fray Junípero fue el encargado de esta misión. En 1769, a sus 56 años, fundó la primera misión: San Diego de Alcalá, luego Monterrey, San Francisco, Santa Mónica, San Luis Obispo, Santa Clara, Santa Bárbara, Nuestra Señora de Los Ángeles (la futura ciudad de Los Ángeles)... Y así, hasta nueve misiones durante 15 años. Muchas veces se vio atacado por los indios cuando acababa de implantar una misión. Tres veces le quemaron las iglesias recién estrenadas. Pero la acción de Junípero iba reduciendo los recelos de los nativos, a quiénes había ido a evangelizar, y que mataron a algunos misioneros. También tuvo que luchar contra los intereses políticos de los gobernadores y del virrey de Nueva España. Junípero quería la paz, y que los nativos aprendieran la doctrina en su propia lengua, sin necesidad de que se les obligase hablar castellano, como quería la política de la época. En aquella durísima tarea que se impuso no faltaron detalles que luego han dado pie a una leyenda negra en torno suyo. La noche en que se estaba muriendo caminó hasta la capilla de la Comunión en Monterrey.

   En 1931 llegaba al Capitolio de Washington, la estatua de fray Junípero, colocada en la Galería de la Fama entre los próceres y héroes de cada uno de los Estados, California, le eligió a él. Fue beatificado por SS. Juan Pablo II el 25 de septiembre de 1988.

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(Parroquia San Martín de Porres)