SAN ISRAEL DE DORAT
12 de diciembre
1014 d.C.
Nació en el Dorat a la puerta de Dinsac. Sus padres, ricos y
virtuosos, lo elevan en el amor y el temor de Dios. Lo ofrecen de buen
corazón al servicio del divino Maestro en el famoso
Capítulo regular del Dorat, donde después de una santa y
sabia formación, él es nombrado canónigo. El
obispo de Limoges Hilduin le confirió el sacerdocio a pesar de
la resistencia de su humildad. Su caridad fue legendaria. Por todas
partes donde se encuentran la miseria y el sufrimiento, Israel
está allí para aliviar, confortar y curar.
Incomparable por su
ciencia y la rectitud de su juicio, se preocupó tando del alma
como del cuerpo de sus hermanos. Su talento de educador llamó,
de nuevo, la atención del obispo Hilduin que le confió la
instrucción y la formación de los jóvenes
clérigos de su escuela episcopal. él fue en realidad su
consejero, al mismo tiempo que el Capítulo del Dorat lo nombraba
superior. Limoges era una ciudad gobernada bajo la autoridad del Rey y
por ello el obispo es el encargado de administrar justicia. éste
juzgó que no podía tener mejor compañía y
consejero que la de Israel, mientras impartiera justicia en su
territorio. Israel recibió grandes honores en el tribunal de
Robert le Pieu, pero esto no le hizo olvidar su Capítulo y en
cuanto pudo, regresó a Dorat.
Una aventura
desastrosa y dramática le obligó a alejarse de nuevo. Los
monjes de la abadía de San-Junien, fueron todos masacrados en la
parroquia del Etagnac, mientras percibían el diezmo. El prior
Itier muere de pena. La iglesia de San-Junien está en gran
peligro. El Papa encargó a Israel, con el título de
preboste, el restablecimiento de este centro religioso. Pronto el
Capítulo de San-Junien fue comparable en tamaño y en
santidad al del Dorat.
En 1006, después de haber nombrado a su sucesor, Israel
volvió de nuevo a la comunidad del Dorat. Empleó los
últimos años de su vida a formar religiosos. Cuidó
muy especialmente de la educación de san Teobaldo de Dorat. Un
año antes de su muerte, Israel tuvo la alegría de ver la
fundación de la actual Colegiata, en sustitución de la
antigua iglesia destruida por un incendio. Desgastado por la edad,
agotado por su actividad incansable y sus privaciones, Israel
murió lleno de méritos. Su simple tumba de piedra no
tardó en ser el teatro de numerosos milagros.