SAN HUGO DE GRENOBLE
1 de abril
1132 d.C.
Nació en Chatênauneuf d´Isere (Drôme), en el
Delfinado y era hijo de un oficial del ejército. Era un hombre
extremadamente tímido, pero supo transformar su timidez en
humildad. Estudió en Valence, donde fue ordenado sacerdote y fue
nombrado canónigo de su catedral. Tenía 27 años,
cuando en el 1080, mientras asistía al sínodo provincial
de Aviñón, el legado papal le instó a aceptar la
sede de Grenoble, y fue consagrado obispo por el papa san Gregorio VII.
Estuvo al frente de su diócesis casi medio siglo. Durante este
tiempo buscó siempre la forma de renunciar a su cargo. Cuando
llegó a su diócesis se la encontró verdaderamente
fuera de control: concubinato de clérigos, simonía,
usura, pésima moralidad entre los fieles, deudas y mala
administración en el obispado; quiso ponerle remedio, pero al
cabo de dos años, pensó que no había nada que
hacer y, ansiando vida de oración, se retiró al
monasterio cluniacense de Chaise Dieu. El Papa le urgió
paternalmente que volviera a su sede.
Trece años
después, acogió en su diócesis a san Bruno y sus
seis compañeros; y los llevó a la Gran Cartuja,
cediéndoles los terrenos para su construcción.
Según cuenta la leyenda convenció a su padre, Odilo, para
que se hiciera cartujo, y vivió como tal hasta su muerte.
Eligió a Bruno como su director espiritual y participó en
aquella vida de penitencia; con gran fruto espiritual de sus fieles en
su modestia máxima y en sus arrebatos continuos. Ya en la vejez,
atormentado de las tentaciones que le hacían dudar de la
Providencia, pidió ser exonerado de su cargo, pero no fue
escuchado. Tuvo amistad con san Bernardo de Claraval, que le
visitó varias veces.
En Hugo buscaban consejo los poderosos. Y Hugo, el hombre manso y
cordial, se mostró inflexible cuando estaba en juego la gloria
de Dios o los intereses espirituales de la Iglesia. En 1112,
asistió al concilio de Vienne y tomó parte en la condena
del emperador Enrique IV. Y en el concilio de Puy-en-Velay se
mostró enérgico en la defensa del papa Inocencio II,
contra la ambición del antipapa italiano Anacleto II
(1130-1138), que fue excomulgado. Hugo fue uno de los obispos que
más trabajó para acabar con el cisma. Con casi 80
años, murió en Grenoble. El Papa Inocencio II lo
canonizó el 22 de abril de 1134.