SAN FRUMENCIO DE ETIOPÍA
20 de julio
380 d.C.



   En un viaje de investigación desde Tiro, su patria, emprendido por Meropio, un filósofo de Tiro, en compañía de sus dos sobrinos Frumencio y san Edesio, por Persia, la India y Abisinia. En el curso del viaje de regreso, el barco arribó a un puerto de Etiopia para obtener provisiones y agua fresca. Los nativos del país mataron a todos los tripulantes y pasajeros, menos a Frumencio y Edesio, que eran todavía unos niños, y que estaban debajo de un árbol estudiando sus lecciones. Cuando fueron encontrados fueron llevados a la ciudad de Aksum, donde el rey Eskendi, se encargó de su educación. A Edesio le nombró su copero y a Frumencio le nombró su secretario y consejero. Impulsó la cultura; y entre los libros difundió el evangelio y al mismo tiempo invitaba a los comerciantes cristianos a que se establecieran en el país. Consiguieron permiso para levantar una capilla y se la cedieron al obispo de Alejandría, Egipto. Edesio se marchó a Tiro y fue ordenado sacerdote.

   A pesar de ser seglar, bautizó al rey. Al morir el rey, le sucedió su hijo Ela-San, y Frumencio se marchó a Alejandría, a fin de conseguir del patriarca san Atanasio, un obispo para Etiopía, y será él, el obispo nombrado. Será por tanto el primer obispo de Aksum. A su regreso, acompañado de algunos sacerdotes, implantó la iglesia con gran espíritu. Uno de los primeros en bautizarse fue el joven rey Ezana, muchos súbditos le siguieron y nació así la primera comunidad cristiana etíope. Los etíopes lo llamaran el Iluminador y el "Abba Salama", el padre de la Paz. Evitó que el arrianismo entrara en el país. Es venerado como apóstol de Etiopía.

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(Parroquia San Martín de Porres)