SAN FROYLAN DE LEON
906 d.C.
5 de octubre
Froilán nació en Lugo en el seno de una noble familia. A
los 18 años sintió la necesidad de vivir como anacoreta
para que en la soledad discernir cuál era la voluntad de Dios, y
tuvo la constancia que su misión era enseñar el
evangelizó por los pueblos. Recorrió los caminos desde
Lugo hasta León: Villafranca del Birzo, Cacabels, Ponferrada,
Bembibre, Astorga..., o encrucijadas de vías romanas o caminos
de humilladeros y albergues, como el de la Virgen del Camino, en Fresno
de Dueñas o Villanueva del Carnero o la Valdoncina;
también se acercó a Vegacervera, Aviados, Montmuerto o
Morquera o San Salvador de Curueño. Fue un restaurador
espiritual, reformador austero; fue la voz del desierto llamando a la
penitencia. Quiénes convertía en sus predicaciones, le
pedían un lugar donde hacer penitencia. Froilán los
recogió a su lado, y así fueron naciendo muchos
monasterios como el de Valdecesar, del que fue abad, que fue centro de
espiritualidad benedictina y de cultura de todos los pueblos.
El rey Alfonso III el Magno, le pidió que evangelizara
las zonas reconquistadas a los árabes. Una de estas ciudades fue
el de San Salvador de Tábara (Zamora) del que fue abad en el
880. San Atiliano fue su prior. También fundó el de
Mareruela de Suso, bajo la advocación de Santiago, del que
también fue abad, en el 885
No eran fáciles aquellos años de la
reconquista: príncipes y nobles trataban de apoderarse de los
bienes de la Iglesia y de los pobres. Obispos había que les
interesaba muy poco el mensaje de Jesucristo y que bailaban al son del
señor que más les amparaba. Muchos se entregaban a la
barbarie y a la vagancia. Ante este cuadro desolador aparecieron estos
dos hombres providenciales como elegidos por Dios para sanear aquel
ambiente corrompido.
Froilán será el mentor que guíe...
san Atiliano el que imite, el que ejecuta y hace que los demás
también sigan su camino. Como quedasen vacantes las sedes de
León y Zamora, Froilán fue nombrado obispo de
León por aclamación popular en el 900 y Atiliano de
Zamora (aunque en un principio se negó, alegando que era un gran
pecador); fueron ordenados juntos el día de Pentecostés.
Restauraron la vida monástica de Castilla La Vieja. Su vida
está plagada de leyendas piadosas. Patrón de Lugo.