SAN FRANCISCO DE BORJA
1572 d.C.
30 de septiembre
IV Duque de
Gandía. Francisco de Asís de Borja y Aragón
nació en el palacio de Gandía (Valencia). Era hijo del
duque de Gandía y de Juana de Aragón, y biznieto, por
uniones ilegítimas, del papa Alejandro VI y de Fernando el
Católico. A los 10 años perdió a su madre y al
poco tiempo tuvo que abandonar Gandía, a causa de la toma del
palacio por culpa de los revoltosos de las “germanías”.
Marchó a Peñíscola, aunque su padre volvió
a Gandía, él se fue a Zaragoza.
En su juventud estudió lenguas y música en
Zaragoza, y llegó a cantar sus propias canciones. Se
dedicó a las carreras de caballos, y fue un gran jinete. Su
bisabuela paterna tuvo deseos de conocerlo, y lo enviaron a Baza, y
allí enfermó de gravedad y se le complicó
aún más la situación a causa de un fuerte
terremoto ocurrido por entonces. A los 18 años marchó a
la corte en Valladolid y Tordesillas, y fue el protegido de Isabel de
Portugal y de su marido Carlos V. Fue menino de la infanta Catalina,
hija de doña Juana la Loca y se educó con su tío
Juan de Aragón, arzobispo de Zaragoza. En Zaragoza
estudió también Filosofía y tuvo como profesor a
Gaspar de Lax. Fueron años de crisis de juventud.
Se le nombró marqués de Lombai; y la reina
le dio en esposa a Leonora de Castro, de la que tuvo ocho hijos; feliz
en su matrimonio, fue elegido gran caballero del emperador y gran
escudero de la emperatriz. Felipe II lo tuvo como amigo y consejero.
Intervino en la batalla de Provenza; allí murió en sus
brazos, su amigo el poeta Garcilaso de la Vega. Viajaba en silla de
manos pero leyendo a san Pablo y san Juan Crisóstomo.
Cogió el hábito de la confesión y comunión
frecuente a causa de una enfermedad que lo tuvo a las puertas de la
muerte. Su conversión se obró a partir del fallecimiento
de la emperatriz, tal y como explicó en su diario: "Por la
emperatriz, que murió tal día como hoy. Por lo que el
Señor obró en mí por su muerte. Por los
años que hoy se cumplen de mi conversión". Y la
corroboró cuando tuvo que abrir el ataúd, después
de 15 días de viaje desde Toledo a Granada, para certificar que
aquél era el cadáver de la soberana; el
espectáculo fue tan horrible que exclamó: "jamás
servir a Señor que se me pueda morir".
Francisco siguió a las órdenes del
emperador. Pero la herida está abierta. Le nombraron virrey de
Cataluña, Rosellón y Cerdeña (1539-1543), donde
ejerció el cargo con justicia y rectitud. Murió su padre.
Ya era duque de Gandía. Entró en contacto con los
jesuitas, el beato Pedro Fabro y Araoz. Escribió a san Ignacio
de Loyola. Realizó una gran labor social en Gandía,
abrió un hospital, y creo la universidad de Gandía.
Murió su esposa. Francisco tenía 36 años y siete
hijos. Hizo los Ejercicios Espirituales y se dejó guiar por san
Juan de Ávila, hasta que vio su camino en los jesuitas.
Llevó una vida de profunda mortificación y
oración. Adelgazó tanto, que decia con gracejo, que
podía dar a su cuerpo un par de vueltas con la piel.
Arregló los asuntos de sus hijos y de sus estados.
Renunció a sus títulos.
Entró en la Compañía de Jesús,
pero san Ignacio le aconsejó que por el momento lo mantuviera en
secreto por razones de su status. San Ignacio dijo: “El mundo no tiene
orejas para oír tal estampido”. Marchó a Roma y fue
ordenado sacerdote; con otros pocos fundó un pequeño y
pobre convento, en el que él mismo realizaba los trabajos
más humildes. Regresó a España por
indicación de san Ignacio, que vio en él algo más
que un penitente piadoso. Predicó mucho, los nobles le
admiraban; hizo voto de no aceptar ninguna dignidad si no era con
permiso de sus superiores. Visitó a santa Teresa de Ávila
y a Carlos V en Yuste. Marchó a Portugal convirtiendo a muchas
personas. Volvió a Roma donde donó a san Ignacio, para
que se iniciaran las obras del Colegio Romano, futura Universidad
Gregoriana de Roma. Murió san Ignacio. Fue elegido
Prepósito General el Padre Diego Laínez, que tuvo con
él la misma confianza que san Ignacio. En aquellos tiempos, le
llegó la mala noticia de que un libro que se le atribuía
entraba en el Índice de libros prohibidos. El libro no era suyo,
y esto le afectó mucho, y no se solucionó el problema,
hasta el 1583, cuando él ya había muerto. Fue llamado a
Roma para hacerlo asistente de España, en la curia general del
papa Pío IV, que mostró hacia él una gran
estima. Se le nombró Vicario General de la
Compañía y comisario de las provincias de Italia,
mientras Laínez acudía a la última sesión
del Concilio de Trento.
Fue elegido tercer prepósito general de la
Compañía de Jesús sucediendo al padre
Laínez. Es llamado el segundo fundador de la
Compañía, al revisar los estatutos. Enseñaba con
su sola presencia hecha oración y silencio, humildad y pobreza.
Impulsó las misiones en América y Europa central, y
durante su generalato murieron los primeros mártires jesuitas.
Por su influjo se llegó al nombramiento de una comisión
pontificia encargada de velar por la conversión de los infieles,
antecedente de la actual Congregación para la Propagación
de la Fe. Abrió las puertas de la Compañía a
judíos, moriscos e indígenas, algo inaudito por entonces.
Otra vez en España, enviado por san Pío V, para preparar
la Liga que triunfaría en Lepanto. Murió agotado en Roma
después de este viaje. Su cuerpo descansa en la iglesia de los
jesuitas del Sagrado Corazón de Madrid. Escribió su vida
espiritual en su “Diario”. Patrón de Gandía.