SAN FERMÍN DE
AMIENS
303 d.C.
25 de septiembre
La
tradición dice que Fermín nació en Pamplona y que
tenía diez años cuando sus padres, el senador Firmius y
Eugenia, se bautizaron de manos del obispo de Toulouse, san Saturnino,
y su hijo Firminus (Fermín) fue bautizado por san Honesto,
sacerdote que había sido enviado a la ciudad navarra, por el
propio san Saturnino, con el fin de evangelizar aquellas tierras. Otros
autores afirman que toda la familia fue bautizada por san Honesto en
Pamplona mientras evangelizaba aquellas tierras.
Fermín, marchó a Toulouse para formarse
entre los monjes. Empezó ejercitándose en la
predicación y en el servicio; pronto se hizo sacerdote, ordenado
por san Honorato de Toulouse, sucesor de san Saturnino, y luego fue
consagrado primer obispo de Pamplona, por san Honorato. Otros autores
dicen que primero fue obispo de Toulouse, sucediendo a san Saturnino, y
otras fuentes dicen que fue ordenado obispo misionero para evangelizar
las Galias.
Recorrió todo el territorio para ganar a los
navarros a Jesucristo. Cuando tuvo su diócesis bien organizada,
se dedicó a evangelizar las Galias, estuvo Aquitania predicando
la fe. Se presentó en Agen, donde contactó con el
presbítero Eustaquio. Se dirigió después a
Clermont-Ferrand, donde convirtió a los jueces Arcadio y
Rómulo, hecho que le abrió las puertas de Anjou y de su
capital Angers, cuyo obispo Auxilio le nombró su colaborador. De
allí pasó a Beauvais, donde el prefecto Valerio
perseguía cruelmente a los cristianos. Fermín fue
encarcelado. Al morir Valerio quedó en libertad. Inmediatamente
se puso otra vez a predicar sin miedo el evangelio, y en esta
región construyó la iglesia de San Esteban. Esto atrajo
la admiración de muchos paganos que se convirtieron al
cristianismo, y construyeron muchas iglesias.
Recorrió después Picardía, los
Países Bajos, hasta que llegó a Amiens. Era incontenible
su entusiasmo por predicar a Jesucristo. Su fe siguió obrando
grandes milagros que multiplicaban las conversiones, entre ellas la del
senador Faustiniano. El pretor de Amiens se asustó de la
popularidad del santo. Lo llamó a su presencia. Maravillado por
su doctrina y respuestas lo dejó en libertad. Fue tanto su celo
apostólico y el fruto de sus conversiones, que las autoridades
romanas se alarmaron, y ordenaron que fuera encarcelado. El pueblo se
indignó y por eso fue degollado en secreto en la cárcel
de Amiens.
Un tal Faustiniano, convertido por Fermín, se
atrevió a rescatar el cadáver, y lo trasladó a una
iglesia que el santo había dedicado a Santa María en
Amiens (en esta ciudad y en toda Europa celebran su festividad el 25 de
Septiembre; solamente en España se celebra el 7 de Julio). Hay
una triplicación de san Fermín: san Fermín de los
Navarros, de Pamplona y san Fermín, confesor, obispo de Amiens,
que sucedió al primer san Fermín. Copatrono de Navarra.