SAN EUTIMIO DE SARDI
Siglo IX d.C.
11 de marzo

   Al menos ocho en los calendarios son los Santos con el nombre griego Eutimio. Casi todos ellos son personas que vivieron en Oriente, y entre ellos destaca Eutimio de Melitene, llamado el Grande, solitario, monje, abad y fundador de monasterios, importante en la historia de la Iglesia por haber obtenido la sumisión de Oriente a los decretos del Concilio de Calcedonia y por haber convencido a la emperatriz Eudossia de abandonar la herejía de Eutyches.

   El que hoy se recuerda fue el obispo de Sardis, en Licia, y era un santo de vida aventurera y atormentada. Después de estudiar en Alejandría, fue monje, sacerdote, y fue elegido obispo en 787.

   Fue muy activo en ocasión del Concilio de Nicea, en el que se condenó la iconoclasia, es decir, la herejía que exigía la destrucción de las imágenes sagradas, acusadas de favorecer el renacimiento del paganismo.

   Unos años más tarde, el obispo Eutimio fue exiliado por primera vez por el emperador Nicéforo. Se dijo que había permitido que una mujer joven a quien un alto funcionario imperial deseara quitarle el velo fuera novia. Desde aquí -o tal vez desde otras razones más complejas- su condena del "encierro", en la isla de Pantelleria, de donde regresó a Sardis después de algunos años para retomar la lucha a favor del culto a las imágenes.

   De un emperador a favor de los iconoclastas, fue nuevamente exiliado a un lugar cerca de Constantinopla. Liberado en 821, al año siguiente fue nuevamente exiliado, y finalmente fue asesinado, bajo el emperador Teófilo, por lo que vino y aún es honrado como mártir.

   Entre estos santos orientales, también hay un Eutimio recordado en Italia, cuyo partido, sin embargo, no cae en diciembre, sino en agosto. Este es el Sant'Eutimio honrado en Perugia, donde se habría refugiado, desde Roma, durante la persecución de Diocleciano. Llevó consigo a su esposa e hijo Crescenzio, y fue precisamente en Perugia donde toda la familia, cristiana de sentimientos, recibió el bautismo del presbítero Pimerius, que habría muerto mártir durante la persecución de Juliano el Apóstata.

   En Perugia, Eutimio murió en paz y fue sepultado por su hijo. Por lo tanto, no se sabe a qué título se lo honra como a un santo, ya que él no era un mártir, a excepción de un encarcelamiento temporal. Su hijo, Crescenzio, era más famoso que él. Según su pasión legendaria, regresó a Roma y cayó bajo los rigores de la persecución, aunque solo tenía once años.

   Su entierro fue a lo largo de la Vía Salaria, visitado y venerado por los peregrinos de la Edad Media. En 1058, una parte de sus reliquias fue trasladada a Siena, donde la devoción al muy joven mártir Crescenzio tuvo, en los siglos siguientes, acentos de gran popularidad, por lo que la ciudad toscana puede ser considerada como la segunda patria de este Santo romano, como el etrusco y Augusto Perugia fue la segunda patria de su padre, Eutimio, muerto en paz, pero considerado digno de los honores de la santidad, incluso por los méritos de su hijo Mártir.

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(Parroquia San Martín de Porres)