SAN EBRULFO
29 de diciembre
596 d.C.
Natural de Bayeux en Normandía. Fue cortesano del palacio del
rey Childeberto I. Enamorado el rey Childeberto I de sus virtudes, le
elevó a diferentes puestos de honor y autoridad, e hizo ver con
su ejemplo que un cristiano puede vivir también en el mundo sin
ser de él en espíritu, y poseer riquezas sin ser
poseído de ellas. Importunado de sus amigos, se casó con
una mujer virtuosa, y con la lectura de vidas de santos el matrimonio
decidió abandonar el mundo. Convinieron, pues, en una
separación, y ella tomó el velo en un convento, mientras
él, después de distribuir toda su hacienda a los pobres,
se refugió en el monasterio de Deux Jumeaux en la
diócesis de Lisieux, que sólo habitaban fieras y
ladrones. A consecuencia de esto muchos de los ladrones, exhortados por
el Santo, mudaron de vida y se quedaron en su compañía,
ocupándose en labrar aquella tierra.
Aumentando diariamente
el número de los que deseaban vivir bajo su dirección, se
vió obligado a erigir un monasterio en Ouche en
Normandía, y luego fundó otros quince monasterios
más de monjes y de monjas, de los cuales fue siempre el suyo el
principal, y que gobernó por sí mismo. Acostumbraba a
exhortar a todos al trabajo, diciéndoles que debían ganar
su sustento con sus obras, y con sus servicios el cielo. Entre sus
monjes se encuentra el histórico Orderico Vitale. Cerró
sus ojos al mundo y su cuerpo fue sepultado en la Iglesia de San Pedro
edificada por él mismo.