SAN CARLOS HYON SONG
MUN
1846 d.C.
19 de septiembre
Coreano,
padre de familia y catequista, pertenecía a una familia que
había padecido mucho por causa de las persecuciones contra los
católicos coreanos. Su padre fue ajusticiado en 1801, mientras
su hermana mayor santa Benedicta Ion Kyong-Nyon, fue martirizada en
1839. Su mujer y su hijo, murieron en prisión.
Realizó largos y difíciles viajes para
conseguir que llegaran misioneros a Corea; fue un asistente fundamental
para los misioneros: animaba a los neófitos, distribuía
las limosnas y escribió un libro sobre la persecución de
1839. Cinco años después, cuando a el diácono san
Andrés Kim Taegon le encargaron que fuera a Shanghai a recoger
al obispo Ferrerol, lo acompañó; allí
Andrés fue ordenado sacerdote, el primer nativo de Corea del
Sur. Cuando se estableció en Seúl para iniciar su trabajo
apostólico, fue ayudado por Carlos, el cual registró a su
nombre la habitación donde vivían, arriesgando de esta
forma su persona.
Al recrudecerse la persecución, después del
arresto del padre Kim en junio de 1846, fue capturado con otras cuatro
mujeres que habían ido a visitarlos; no dejó de exhortar
en la cárcel a sus compañeros para que soportaran los
tormentos, fue decapitado en Seúl. Tenía 50 años y
afrontó el martirio con fortaleza y serenidad. Fue canonizado
con un numeroso grupo de mártires coreanos en 1984.