SAN BRUNO DE CALABRIA
1101 d.C.
6 de octubre
Nació en Colonia (Alemania), de una familia de nobles, la
familia Hardefust, cursó los estudios primero en la escuela de
San Cuniberto (cerca de Colonia), donde dio extraordinarias pruebas de
conocimientos, de manera que san Annón, obispo de Colonia, le
confirió una canonjía en aquella iglesia; y
después en la célebre escuela de la catedral de Reims, de
la que llegó a ser director y maestro (1056). Tras la
ordenación presbiteral, por el arzobispo de Colonia, Erman II;
fue nombrado canónigo de la catedral y canciller arzobispal. De
este tiempo son sus dos “Comentarios” a los Salmos y a las
epístolas de san Pablo (este último acabado en Calabria).
Se convirtió también en un valiente defensor
del gran san Gregorio VII en la lucha contra la simonía y la
decadencia de las costumbres eclesiásticas y, paladín
decidido de la reforma de la Iglesia iniciada por este Papa. Como
canónigo, se opuso al obispo simoniaco de Reims
(Manasés), que lo depuso de su cargo y lo persiguió
enconadamente; Bruno huyó hasta que, por orden de san Gregorio
VII, volvió a su diócesis. Rechazado el obispado de
Reims, pudo retirarse en 1082, al monasterio fundado por su maestro, el
abad san Roberto de Molesmes (que comenzaba la reforma cisterciense).
Construyó un eremitorio en Séche-Fontaine
(Langres) y se estableció en él, llevando una vida
semieremítica con dos compañeros tan sólo. Pero
abandonando este lugar, Bruno se fue a Grenoble, donde el obispo san
Hugo le asignó un lugar solitario (la Chartreuse), que se
convirtió en la cuna de la Orden de los Cartujos. La regla de
esta nueva Orden estaba inspirada en dos tipos de monacato: en los
padres del desierto, (de vida eremítica), pero en un marco
cenobítico (el monasterio), con las reglas de san
Jerónimo y san Benito. Comenzó con san Lanuino, que
será abad de la Cartuja; el beato Esteban de Bourg-en-Bresse,
san Hugo de Grenoble, Andrés y Guarino.
La Orden de los cartujos, es de vida contemplativa
absoluta donde el silencio sólo se quiebra con la misa y la
oración comunitaria; su pensamiento se resume así:
"Únicamente lo que han experimentado pueden comprender las
intimas alegrías que hay en esta soledad. Aquí es donde
uno puede penetrar en el interior del alma; donde es posible vivir con
libertad frente a si mismo, desarrollar en el corazón los
gérmenes más pequeños de la virtud, recoger los
frutos que aseguran un gozoso paraíso". Ser cartujo es morir al
mundo, abrazar el silencio, la mortificación extremada, reducir
la existencia a un pequeño huerto, a una vida rigurosa, a la
prioridad absoluta de Dios.
Bruno tuvo que abandonar su cartuja de Grenoble, en la que
vivió seis años (1084-1090), porque fue solicitado por el
papa san Urbano II (antiguo discípulo suyo en Reims), para que
fuera su consejero y, recibió como sede (la tradición es
tardía y quizá poco fiable) la iglesia de San Ciriaco,
junto a las termas de Diocleciano. Pero en 1092, Bruno abandonó
Roma por motivos políticos (el antipapa en Roma), y se fue a
Calabria, refugiándose entre los normandos, para fundar una
cartuja en un eremitorio puesto bajo el patrocinio de Santa
María (hoy Serra San Bruno). Rechazó el nombramiento como
obispo de Reggio-Calabria. Fundó un segundo eremitorio en
Calabria, San Esteban de Bosco o Della Torre, que llegó a ser el
monasterio más importante. Antes de morir en el monasterio Della
Torre, recitó la profesión de fe, con la
afirmación de la presencia real de Cristo en la
Eucaristía, como protesta contra el error de Berengario,
murió con 68 años.
San Bruno no ha sido nunca canonizado formalmente, pues
los cartujos rehuyen todas las manifestaciones públicas. Sin
embargo, en 1514 obtuvieron del papa León X el permiso de
celebrar la fiesta de su fundador, y Clemente X la extendió a
toda la Iglesia de Occidente en 1674. Patrón de Colonia.