SAN BENITO MASSARARI
"EL NEGRO"
4 de abril
1589 d.C.
Nació en San
Fratello, provincia de Messina. Hijo de unos esclavos etíopes
vendidos a un rico terrateniente siciliano, Vicente Manasseri, para que
trabajasen en una propiedad cercana a Messina; Benito nació en
San Fratello, cerca de Messina, y como sus padres, en esclavitud, pero
dentro de la fe cristiana ya que sus padres se habían bautizado,
y se sabe que cuando niño fue pastor. Su amo le dio la libertad
y con cerca de veinte años se unió a un grupo de eremitas
franciscanos observantes dirigidos por fray Jerónimo Lanza,
convirtiéndose en un fidelísimo seguidor de Francisco en
el eremitorio de Santa Domenica. La fama de santidad de este grupo de
ermitaños atrajo a muchas gentes del lugar, y entre todos
destacaba la virtud de Benito por sus penitencias, caridad hacia los
pobres y sus dones taumatúrgicos. La comunidad se
trasladó a un lugar solitario llamado Masseria Platanella, y de
aquí pasaron a Mancusa, donde Benito fundaría un
convento; también aquí su fama de santidad y taumaturgo
atrajo a muchos fieles, por lo que se fueron a la soledad del monte
Pellegrino, junto a Palermo, donde vivieron en condiciones extremas en
unas cuevas; después fueron a al convento de la Virgen
della Daina; a la muerte de fray Jerónimo, fue elegido superior
de la comunidad y dio el hábito de Terciario franciscano a san
Francisco de Paula. Volvieron al monte Pellegrino en 1550, donde
vivieron en comunidad.
Después de que este grupo se
dispersara, porque el papa Pío IV en 1562, consideró que
no debía haber filiación respecto a la regla de
franciscana e invitó a los religiosos e adscribirse a las
Ordenes aprobadas. Benito fue aceptado como hermano lego en el convento
de Santa María de Jesús de Palermo de la Orden
franciscana, y como no sabía ni leer ni escribir le fue
encomendado las tareas de la cocina. Fue un cocinero singular, por su
admirable piedad, por su humildad y por su poder taumatúrgico.
De aquí pasó al convento de Santa Ana Juliana, donde
vivió feliz durante tres años, llevando una vida
escondida y solitaria. Su singularidad se puso de manifiesto en 1578,
cuando a pesar de ser sólo lego y analfabeto, se le
eligió superior del convento de Santa María de
Jesús de Palermo. Costó mucho convencerle de que
aceptara, y luego más de un fraile se arrepintió, ya que
hizo cumplir la regla franciscana al pie de la letra. Dirigió
durante tres años la comunidad. Mas tarde fue maestro de
novicios, y al parecer, otra vez cocinero, que era lo que él
prefería. Tuvo fama de taumaturgo y de vida de santidad de
manera que por donde pasaba las gentes se congregaban para verle.
Murió a los 63 años. Fue
canonizado por Pío VII el 24 de mayo de 1807. Patrón de Palermo.