SAN BASILEO DE AMASEA
26 de abril
322 d.C.
Obispo de Amasea del Ponto; entre las firmas de los que asistieron a
los concilios de Ancira y de Neocesarea en 314 se encuentra un Basileo
de Amasea, y el propio Eusebio, en su Historia Eclesiástica
(X,8), relata que en tiempo de Licinio los cristianos eran tratados con
gran crueldad, especialmente en Amasea y otras ciudades del Ponto, y
que en particular el gobernador infligió a varios obispos las
penas ordinarias de los malhechores.
San Atanasio menciona al gran
Basileo del Ponto entre los obispos que en los primeros años de
la cuarta centuria mantuvieron con firmeza la consustancialidad del
Hijo con el Padre; esa referencia es evidente que apunta al
obispo-mártir de Anasea. Las «Actas» del martirio de
Basileo, que se suponen escritas por un testigo presencial, un
presbítero llamado Juan, no son auténticas, y la
narrativa es completamente legendaria, cuentan, entre otras cosas, que
Basileo dio refugio a una joven cristiana de nombre Glafira,
doméstica de la mujer de Licinio, y que el emperador, por esta
injerencia de Basileo en sus asuntos, lo hizo decapitar. Otras fuentes
dicen que fue ahogado en el mar durante el gobierno de Licinio; el Martirologio Romano del 1970 añade que
uno de sus discípulos, de nombre Elpidéforo,
recuperó su cuerpo gracias a las instrucciones de un
ángel y le dio sepultura.