SAN ANTONIO DE LERINS
28 de diciembre
521 d.C.
Nació en Valeria, de la baja Panonia, durante la época de
las invasiones de los bárbaros. Como su padre murió
cuando el niño tenía apenas ocho años de edad, se
confió su cuidado a san Severino, el intrépido
apóstol de Noricum. Es muy probable que Antonio viviese con su
tutor en el monasterio que éste había fundado en Faviana
y es posible que, aún niño, viese a Odoacro cuando
encabezaba su marcha triunfal hacia Roma. San Severino murió
alrededor del año 482 y, entonces, Antonio quedó a cargo
de su tío Constancio, obispo de Lorch, en Baviera.
Tomó el
hábito de monje, se retiró de Noricum a Italia, junto con
los otros romanos, en el 488, cuando apenas tendría veinte
años. Al cabo de algunas vacilaciones, se estableció en
las proximidades del Lago Como, donde se asoció y se puso al
servicio de un sacerdote llamado Mario, que dirigía a un grupo
de discípulos. Mario llegó a sentir una gran
admiración por Antonio y le instó a que se ordenase
sacerdote y compartiese su trabajo. Pero la vocación de Antonio
estaba en la vida solitaria, por lo que se apartó de Mario para
unirse a dos ermitaños que se habían establecido cerca de
la tumba de san Félix, al otro lado del lago. Allá
vivió en una cueva, dedicado a la plegaria, el estudio y el
cultivo de su huerto, aunque, con frecuencia, le distraían los
numerosos visitantes. Fue por entonces, cuando un asesino que
huía de la justicia simuló un fervor extraordinario y se
quedó con Antonio como discípulo. Sin embargo, el santo
"leyó en su alma", proclamó su impostura y el asesino
huyó. Pero también Antonio debió alejarse de su
retiro, puesto que aquel incidente acrecentó su fama y
aumentaron los visitantes.
Por fin, ya sin esperanza de encontrar la soledad absoluta y, ante el
temor de que los homenajes y muestras de respeto que recibía le
hiciesen caer en la vanidad, cruzó los Alpes hacia el sur de las
Galias. Ahí ingresó en el monasterio de Lérins,
donde estuvo los dos últimos años de su vida, dedicado al
estudio, a la oración y al cuidado del jardín. Antonio
murió en aquel claustro, muy venerado por sus virtudes y sus
milagros. San Ennodio de Pavía escribió su
biografía.