SAN ALFONSO RODRIGUEZ
15 de noviembre
1628 d.C.



   Alfonso nació en Zamora en 1598. Hijo de Gonzalo Rodríguez y María de Olmedo, formaban una familia acomodada. Con 16 años pidió, en Salamanca, el ingreso en la Compañía de Jesús. Hizo su noviciado en Simancas y Villagarcía de Campos (Valladolid), aquí conoció a Juan Eusebio Nierenberg, que luego escribiría su vida y su martirio. Tras sus primeros votos religiosos en 1616, se dispuso a realizar humanidades en Pamplona, el ejemplo y los relatos sobre la vida de los jesuitas en Paraguay, por un compañero que había estado allí, despertaron su vocación misionera.

   Salió de Lisboa en 1616 con un grupo de 35 misioneros para el Brasil. Allí le acompañó san Juan del Castillo. Después de una larga travesía, siguieron su navegación hacia Buenos Aires y luego hacia la ciudad de Córdoba en Argentina donde realizó sus estudios filosóficos y teológicos y enseñaron en Córdoba y Concepción; los últimos años  antes de la ordenación (1624), y pensando en sus destinos futuros, estudiaron la lengua guaraní. En 1627, ya sacerdotes, son destinados por sus superiores a trabajar en la misión del Paraguay. Alfonso fue destinado primero a Asunción, entonces capital de la gobernación del Río de la Plata, extensa zona que incluía, junto al Paraguay de hoy, varios territorios de las actuales Argentina, Bolivia, Brasil y Uruguay. Su primer apostolado lo tuvo entre las tribus guaycurúes, cuya lengua aprendió. Luego marchó con los guaraníes en la reducción de San Ignacio, primera de las jesuíticas. Poco después, fue a Concepción de Itapúa, junto al río Paraná, (reducción fundada por Roque González) que era la más central, donde volvió a coincidir con san Juan del Castillo. Luego junto con san Roque González, fundó la reducción de Todos los Santos en Caaró donde murió mártir. 

   Seis meses después, se redactó un relato de todo lo sucedido para introducir la causa de beatificación. Pero los documentos se perdieron en el viaje a Roma. La causa se interrumpió durante dos siglos y parecía destinada al fracaso. Felizmente, en Argentina se descubrió una copia de los documentos, y Roque González, Alonso Rodríguez y Juan de Castillo, fueron solemnemente beatificados en 1934. Entre los documentos figuraba la siguiente declaración de un jefe indio, llamado Guarecupí: «Todos los indios cristianos amaban al padre (Roque) y sintieron su muerte; era un padre para nosotros y así le llamaban los indios del Paraná.» El papa Juan Pablo II llevó a término la canonización de los tres misioneros, celebrándola en Paraguay, el 16 de mayo de 1988.

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(Pbro. José Manuel Silva Moreno)