SAN ALFERIO DE CAVA
12 de abril
1050 d.C.
Nació en Salerno, de la familia normanda Pappacarbone de
Salerno. Eligió la carrera diplomática y era embajador
para el duque Gisulf de Salerno, cuando fue enviado como embajador ante
el rey de Francia, pero al atravesar los Alpes, en la abadía de
Saint Michele della Chiusa, cayó enfermo y prometió
hacerse monje si curaba. Sanó, y la Providencia le hizo
encontrar a su paso un joven monje francés, llamado san
Odilón. Alferio estuvo varios años en Cluny, hasta que
fue llamado por el duque Gisulf lo llamó nuevamente a Salerno
para reformar los monasterios en esa región y para predicar a
los suyos, aunque en un principio no tuvo fortuna; nadie le escuchaba,
porque nadie cambiaba su vida.
Se volvió
ermitaño en la Montaña Fenestra cerca de Salerno en el
año 1011. Su reputación de santidad y sabiduría se
extendió por toda la región, por lo que muchos
estudiantes se acercaban a él, de entre ellos seleccionó
doce, y fundó la abadía benedictina de la
Santísima Trinidad de La Cava de los Tirrenos bajo la regla de
Cluniacense. La abadía se volvió el modelo a seguir para
otras fundaciones en la zona; esta red de casas se volvió una
fuerza poderosa para la civilización y religión en
Sicilia e Italia del sur. Pronto esta abadía contó con un
centenar de casas afiliadas, y tuvo una gran influencia civilizadora en
Italia meridional. Vivió hasta los 120 años de edad, y
gobernó la abadía hasta el día de su muerte; ese
día el celebro Misa y lavó los pies de sus hermanos,
incluso el futuro Papa san Victor III. Se dice que Cristo se le
apareció seis días antes de su muerte y que obró
muchos milagros. León XIII
confirmó su culto el 21 de diciembre de 1893.