SAN ALBERTO DE MONTECORVINO
5 de abril
1127 d.C.



   De origen normando, se estableció con sus padres en Montecorvino donde fue elegido obispo. Perdió la vista pero tuvo los dones de discernimiento de espíritu y de profecía; también fue un gran taumaturgo.

   En su ancianidad tuvo un coadjutor llamado Crescencio que lo trató con desprecio y crueldad. Era éste un hombre poco escrupuloso, que deseaba que san Alberto muriese cuanto antes para sucederle en el cargo. En vez de ayudar al obispo, Crescencio y sus amigos le dificultaban la tarea y se burlaban de él cruelmente. Nuestro santo sufrió todas estas pruebas con paciencia heroica, pero predijo a Crescencio que no disfrutaría mucho tiempo de la sede que codiciaba. Se dedicó a hacer el bien y atendió a los pobres.

   El pueblo de Montecorvino amó a su obispo hasta el fin. Cuando corrió la noticia de que había entrado en agonía, los hombres, las mujeres y los niños se reunieron llorando a las puertas de su casa. El santo les dio la bendición y los exhortó a vivir piadosa y rectamente. Después se quedó dormido y murió apaciblemente.

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(Parroquia San Martín de Porres)