SAN ALBERTO CHMIELOWSKI
25 de diciembre
1916 d.C.
Nació en Igolomia, cerca de Cracovia. Se llamaba Adamus. De
padres nobles, creció en un clima de ideales patrióticos,
de una profunda fe en Dios y de amor cristiano hacia los pobres.
Quedó huérfano muy pronto.
A los 18 años
se matricula en el Instituto Politécnico de Pulawy. Tomó
parte en la insurrección de Polonia en el 1863. Cayó
prisionero y se le amputó una pierna a causa de una herida. Al
fracasar la insurrección huyó a Gante donde inició
estudios de ingeniería. Estudió pintura, y regresó
a su país, decidido a dedicar "el arte, el talento y sus
aspiraciones a la gloria de Dios". Uno de sus mejores cuadros "Ecce
Homo" fruto de una fuerte experiencia de Dios, le llevaron a ingresar
en los jesuitas como hermano lego en 1880, pero tuvo que dejar el
noviciado a causa de su mala salud.
Superada una profunda
crisis espiritual, comenzó una nueva vida, dedicada totalmente a
Dios y a sus hermanos. El 25 de agosto de 1887 vistió el sayal
gris y tomó el nombre de hermano Alberto. Pasado un año,
pronunció los votos religiosos, iniciando la congregación
de los Hermanos de la Orden Tercera de San Francisco, denominados
Siervos de los Pobres o Albertinos. En 1891 fundó la rama
femenina de la misma congregación (Albertinas) con la finalidad
de socorrer a las mujeres necesitadas y a los niños. El hermano
Alberto organizó asilos para pobres, casas para mutilados e
incurables, envió a las hermanas a trabajar en hospitales
militares y lazaretos, fundó comedores públicos para
pobres, y asilos y orfanotrofios para niños y jóvenes sin
techo. En los asilos para los pobres, los hambrientos recibían
pan; los sin techo, alojamiento; los desnudos, vestidos; y los
desocupados eran orientados a un trabajo. Todos contaban con su ayuda,
sin distinción de religión o nacionalidad. En la medida
en que satisfacía las necesidades elementales de los pobres, el
hermano Alberto se ocupaba también paternalmente de sus almas,
tratando de reavivar en ellos la dignidad humana, ayudándoles a
reconciliarse con Dios.
Dedicó su vida a la promoción social del necesitado y a
su ayuda espiritual. Su confianza en la Providencia, su espíritu
de oración y su unión con Dios en el trabajo de cada
día son la herencia que ha dejado: "es necesario ser buenos como
el pan, que está en la mesa, y que cada cual puede tomar para
satisfacer su hambre". Murió de cáncer de estómago
en Cracovia, en el asilo por él fundado, pobre entre los pobres.
Está considerado el san Francisco polaco del siglo XX. Fue
beatificado en Cracovia el 22 de junio de 1983 por el Papa Juan Pablo
II, quien también lo canonizó el 12 de noviembre de 1989
en Roma.
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(Pbro. José Manuel Silva Moreno)