BEATO RAFAEL VINAGRE TORRES
11 de septiembre
1936 d.C.
La familia del P. Rafael era
oriunda de Salvatierra de los Barros, donde es bastante común el apellido
Vinagre. Su padre ejerció allí de maestro hasta el año
1860 en que se trasladaron a Feria por razón de su carrera. Dejó
su padre un gran recuerdo como profesional y como persona.
El P. Rafael fue un extremeño de constitución
fuerte, valiente, que no se arredró ante los diferentes destinos al
extranjero, como Filipinas y México. Un hombre bueno y servicial como
su padre, que mereció el cariño y la gratitud de todas las
personas con las que tuvo que tratar en su vida apostólica. Un sacerdote
y religioso humilde, obediente y disponible a los superiores que le enviaron
en cada momento a donde hiciera más falta. Un misionero trabajador
y celoso por la gloria de Dios. Había vivido dos situaciones de persecución
con anterioridad en Filipinas y Méjico, países en los que consumió
sus años jóvenes como misionero de la Congregación de
la Misión. En ambas ocasiones su preocupación fue atender a
las numerosas Hijas de la Caridad que estaban incluso más expuestas
que los mismos sacerdotes. Estas vivencias pasadas le ayudaron en 1936 a
aceptar el martirio que veía inminente.
Manila y Jaro en Filipinas. Tlalpan, Oaxaca, Puebla y Lagos
y la capital en Méjico son lugares donde trabajó en la formación
de los sacerdotes nativos y la atención espiritual a las Hijas de
la Caridad. A finales de 1935 recibió su último y definitivo
destino como segundo capellán de las Hijas de la Caridad en la casa
de retiro de Valencia, llamada familiarmente La cartuja en el pueblo de El
Puig.
MARTIRIO: Al P. Rafael Vinagre le acogió generosamente
en su casa de la calle Boix, 4 de Valencia, como si fuera un familiar, el
matrimonio Lacárcel-Michavila, personas conocidas de las Hijas de
la Caridad del Asilo del Niño Jesús de Valencia. Allí
permaneció oculto hasta el 28 de agosto en que se presentaron a buscarle
una cuadrilla de cuatro o cinco milicianos armados y, sin que lo pudiera
evitar la familia, se lo llevaron al penal de San Miguel de los Reyes, sito
en el antiguo monasterio cisterciense de su nombre, en los edificios que
hoy ocupa la Biblioteca valenciana, avenida de la Constitución, 284.
El Sr. Lacárcel con su hijo de 12 años pudieron visitarlo una
vez, con el consiguiente riesgo. Volvieron unos días después
y ya no estaba. Al P. Rafael Vinagre Torres le había tocado salir
de la cárcel en una de las famosas “sacas” del Penal de San Miguel
para ser fusilado el 11 de septiembre de 1936 en el picadero de Paterna (Valencia),
lugar de su martirio. La causa del mismo no fue otra que el hecho de ser
sacerdote y misionero paúl.